Hoy estamos celebrando la
solemnidad de Pentecostés. En la Antífona de Entrada leemos: “El amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
habita en nosotros, Aleluya”.
Todavía me siguen resonando las
palabras de Jesús en el momento de la Ascensión. Son muy parecidas al texto del
Evangelio de hoy. “Se apareció Jesús y se puso en medio de sus discípulos y les
dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos
y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo… “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados…”
Estos son también los signos que
nos regala el Espíritu Santo en este día y que los recuerdo por si nos ayudan.
“…A los que crean, les acompañarán estos signos”: 1. “Echarán demonios
en mi nombre. 2. Hablarán lenguas nuevas. 3. Cogerán serpientes en sus manos.
Si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos en los
enfermos, y quedarán sanos”.
SI TENGO FE, SI TENEMOS FE,
ENTONCES ESTOS SIGNOS LOS HARÁ EL ESPIRITU SANTO EN MÍ, EN NOSOTROS, se harán
realidad en este tiempo presente. Si tenemos fe… Echarán demonios en mi
nombre. Si Cristo vive en mí en mi derredor no puede haber oscuridad,
desesperanza ni violencia. Se derramará la paz, la luz y la esperanza.
Hablarán lenguas nuevas: Jesús habla y se comunica con todos sus gestos, con todos sus
sentidos, especialmente con la mirada, con actitud de servicio. Yo también lo
haré; hablará a veces, sin emitir palabras, y se me entenderá en todas las
latitudes y rincones de la tierra. Mejor, Él en mí, si vivo sirviendo y con
alegría.
“Cogerán serpientes en
sus manos… y si beben un veneno mortal, no les hará daño”. Tengo que vivir
en el mundo y estoy en contacto con la mundanidad, con todo aquello que me
llega desde fuera y que también sale a veces de dentro, de mi corazón. Me puedo
contagiar con muchas cosas, y yo también salpicar por el pecado, la
impaciencia, las corruptelas, el sufrimiento, la muerte…
Pero el Señor nos pide vivir en
el mundo sin ser mundanos. Nos dará la fuerza para vivir en el fuego sin
quemarnos como se describe en el libro de Daniel: Los tres jóvenes condenados a
morir en un horno encendido, paseaban dentro de él sin ser consumidos.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos. Se nos pide poner “más corazón en las manos” … Si tenemos fe viva, y nos dejamos invadir por la fuerza incontenible del Espíritu Santo, se transformará todo lo que toquemos, y… quedarán sanos, si dejamos vivir a Jesús en nosotros. En este día Jesús nos comunica esta tarea y la fuerza necesaria para vivirla. Con María en el centro de este mes de mayo nos ayudará a vivirlo con sencillez y fortaleza. Que nos dejemos mirar y abrazar por Jesús y María, nuestra Madre.