Comenzamos poniéndonos en la presencia del Señor, invocando la ayuda del Espíritu Santo, y siempre de la mano de Santa María y san José, si queremos ser hombres de oración, como nos decía con mucha frecuencia el Padre Morales: “Si quieres ser hombre de oración, hazte amigo de San José”. Por eso no tenemos que extrañarnos de que Santa Teresa, que era tan aficionada a él, y que ponía todas sus fundaciones bajo su protección, alcanzara un grado de oración tan alto que la pidieron que escribiera un tratado de la oración que todos deberíamos leer para ayudarnos en la misma. ¡Cuántas veces nos cuesta sacar el agua de la fuente divina del Corazón de Jesús porque no nos acercamos con la sencillez, valentía y frescura que lo hacía ella! Nos encanta cuando contando alguna cosa, de pronto se vuelve al Señor y empieza un coloquio con ÉL, que nos deja perplejos. Con tan buenos guías hoy tiene que ser nuestra oración inmejorable.
Comencemos con la oración preparatoria de Ejercicios Espirituales, que nos recomendaba Fernando Martín para este año:
“Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean orientadas en servicio y alabanza de vuestra divina Majestad”.
Pidamos la gracia de conocer y “distinguir las varias mociones que en el ánima se causan, las buenas para recibir y las malas para lanzar”, como dice san Ignacio, o como dice en otra regla de discreción de espíritus: “Conocimiento de los engaños y astucias del enemigo para de ellos me guardar y de las gracias del bueno para de ellas me aprovechar”.
1.- “El Señor me sostiene”. Puede ser la primera idea para este día en la oración, y hacer una oración del corazón: vas repitiendo esta frase a un ritmo muy lento, la cambias un poco: “Él sostiene mi vida”,… te vas fijando en los detalles que con la luz del Espíritu Santo, Él sostiene tu vida cada instante, desde que te pensó para hacerte imagen suya, para que le sirvas, para estar ahora con Él. Gracias, Señor, por estar Contigo. Cada vez me gusta más hablarte al corazón como lo hacía Santa Teresa. ¡Cómo te agradaba en toda su vida! Yo vengo buscando agradarte, hacer tu voluntad, por eso me es imposible dejar la oración un solo día, es tu respiración en mí, y si pienso que Tú me sostienes,… es para volverme loco de amor por Ti. ¡Gracias, Señor!
2.- “Hoy quiere alojarse en tu casa”. Ésta es la invitación que le hace a Zaqueo en el Evangelio en este día. Este personaje nos subyuga por el gesto de querer ver a Jesús y hacer todo lo posible para conseguirlo, y lo consigue de una forma tan ingeniosa que gana el Corazón de Jesús, que penetra el suyo. Sin hablar, sabe que desea verle, y Él se autoinvita a su casa. ¡Es fantástica esta escena! Todos nos vemos reflejados en ella. Queremos verle. Para eso es mi oración de hoy. Y como vamos con esa sencillez de Santa Teresa o de Zaqueo, Él hace con nosotros otro tanto. Saldremos de la oración como Zaqueo, dando saltos de júbilo porque le hace partícipe de los discípulos que han encontrado un tesoro (la salvación) que no pueden dejar de contar a los demás.
¡EL SEÑOR SOSTIENE MI VIDA!
ERES MI ESCUDO Y MI GLORIA
SI GRITO INVOCANDO AL SEÑOR,
EL ME ESCUCHA DESDE SU MONTE SANTO.
PUEDO ACOSTARME Y DORMIR Y DESPERTAR MAÑANA,
PORQUE ÉL SOSTIENE MI VIDA.
¡Santa María, ayúdame!