Comenzar la oración con esta referencia a la Eucaristía y al Sacerdocio nos centra de una forma especial en el amor de Jesús por los hombres. “El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús” (San Juan María Vianney).
“¿Qué hace Jesús en el sagrario? Nos espera” Son palabras del santo cura de Ars.
Ahora ya nos resulta más fácil adentrarnos en esta relación de amor que es la oración. Estamos acompañados por el Espíritu Santo y la ayuda maternal de María.
Es emocionante y comprometedor el relato que nos trae hoy el libro de los Macabeos sobre la propuesta hecha a Matatías y sus hijos para que apostaten de la religión de sus padres a cambio de favores y títulos.
Nos hace reflexionar sobre la fidelidad en medio de las contrariedades y persecuciones. Muchas veces cedemos con facilidad, no a las presiones, sino a las mismas costumbres. Hoy se abandonan con una gran ligereza las tradiciones, costumbres y normas cristianas. Por eso necesitamos llenarnos de fortaleza en nuestro rato de oración.
Igual que Matatías queremos responder, aunque experimentemos debilidad, o incluso miedo, con la coherencia que él lo hizo: “Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, yo, y mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres”.
En nuestra sociedad descristianizada y alejada de la práctica religiosa, hacen falta personas que, llenas de Dios por su comunicación directa y diaria con Él, no solamente no cedan a este influjo, sino que sirvan de faro y seguridad para todos aquellos que se tambalean.
Por eso acudimos a Ti, Señor, en este rato de oración. Que Tú te metas de tal manera en nuestra vida que nos vayamos configurando Contigo. Así podremos mostrar al mundo un cristianismo lleno de vida y entusiasmo, capaz de saltar por encima de todas las dificultades.
Que comprendamos en este día lo que Jesús nos dice en el Evangelio, lo que conduce a la paz.
Algunas cosas prácticas que conducen a esta paz del corazón:
1. Vivir en gracia de Dios.
2. Intensificar nuestra vida interior con la oración y los sacramentos.
3. Hacer el bien en las múltiples ocasiones que se presentan cada día.
4. No criticar, ni murmurar, de nada ni de nadie.
5. Sonreír en todo momento.
6. Mirar siempre en positivo, sabiendo que Dios está en todo lo que ocurre.
La oración colecta de la Misa de este día nos invita a pedir al Señor que nos conceda vivir siempre alegres en su servicio, porque ahí está el gozo pleno y verdadero.
Quiero acabar citando algunas frases del P. Eduardo Laforet, cuyo XXV aniversario de su partida a la casa del Padre celebraremos con gozo y agradecimiento dentro de cuatro días:
“”Me siento muy encajado en mi vocación, y de momento disfruto de lo lindo”.
“”Me siento lleno de vitalidad y esperanza”.
“Sólo Jesús me importa, y el tratar con Él”.
Que nuestra Madre, la Virgen, mujer Eucarística, nos adentre en el amor a Cristo, como a Eduardo, y a tantas almas a lo largo de los siglos. Amén.