Supongo que la mayoría de nosotros hemos leído hace unos meses las noticias de persecuciones a cristianos en la India. Fanáticos de no sé qué sección los querían matar, y como eran de fuera del territorio, no sabían qué familias eran cristianas y cuáles no. Consiguieron coger a algunos catequistas que como era personas más significadas era más fáciles de encontrar y luego los torturaban hasta que decía donde vivían sus compañeros. La mayoría preferían la muerte, pero hubo algunos que cedieron. Leí el artículo en una reunión y a continuación pregunté qué creían que hicieron con el catequista que ha denunciado a otros, y al toque me respondieron varios: a continuación le matan a él. Se creía que se libraba de algo y luego le torturaban más hasta convencerse de que no había dicho todo. A continuación se inundaba de remordimientos y luego, ZAS, el final. (¿También con infierno?)
Esta historia se la saben de otras muchas situaciones. El demonio no se conforma con pequeñas victorias, quiere hundir totalmente a la persona, ahora y en la otra vida, y cada claudicación produce una comodidad momentánea (ya no me torturan más) pero sólo momentánea. Luego te pide más y más. Es peligrosísimo ceder ni siquiera un poco en el sentido de preferir a alguna cosa antes que a Dios. Una vez empezado el descenso no se sabe cuando pararás.
Con este dato podemos entrar en la oración. Yo la voy a platear de una forma un poco atípica. Este método, si a alguno no le sirve para la oración, por lo menos le sirve para tomar los puntos.
Sentado ante una mesa y haciendo todos los preliminares correspondientes de la presencia de Dios, lees el texto un par de veces y ya vas haciendo peticiones para ti y para los demás. Vas pidiéndole fuerzas para optar sólo por Él.
Lo lees otra vez y empiezas a buscar ejemplos de la vida actual en los que se puedan aplicar estos planteamientos: el que empieza con un poco de droga y le apetece cada vez más. El que miente para salir de un apuro y luego esa mentira le lleva a otra y ésa …,
Después miras a Jesús, y ves que te lo está diciendo directamente a ti. Y ¿qué piensa de ti en esos momentos? Mírale a los ojos. Son los ojos de Dios y de un amigo que te ama muchísimo e incondicionalmente.
Repasa ahora cómo ha vivido Él estos consejos que nos dio: cuando a los 12 años se queda en el Templo, en la cuarentena, …
Piensa de nuevo en el texto evangélico. Si cedes un poco, fácilmente el mundo, el demonio y la carne te van pidiendo más y te vas resbalando por la rampa, por eso es absolutamente real que “el que no pospone a … “ no puede llegar a buen cristiano. Por suerte Dios es misericordioso y nos ayuda para volver a subir la rampa descendida.
Remata ahora con la Virgen, mira si Ella vivió esta doctrina, cómo y cuando.
Acaba con un coloquio con el Padre, otro con el Hijo y otro con la Madre.
Es muy interesante meter también al Espíritu Santo que todos le tenemos muy abandonado.