Puntos para la oración 27 noviembre 2009

1. Daniel, el profeta, nos invita a tener fe en el Proyecto de Dios, fuente y acequia de todo proyecto histórico.

A pesar de los acontecimientos apocalípticos, a pesar de las bestias que nos atenazan, a pesar del laicismo galopante…el Señor, el Hijo de hombre tiene el dominio, la gloria y el reino

¡Venga a nosotros tu reino! Exclamamos en el Padrenuestro

2. El Salmo es una comunión con la naturaleza como vivimos en nuestros campamentos, en nuestras marchas. En medio del follón de las grandes ciudades, del ruido, de la suciedad, de la crispación… siempre hay ojos para mirar los parques (naturaleza organizada), lo poco de naturaleza que queda. El cristiano, hasta del basural puede hacer brotar flores.

Frente al mal, oponemos el bien. Frente a la maldición, la bendición: ¡Alábenlo y glorifíquenlo eternamente! Repetimos en el salmo responsorial.

3. El Evangelista san Juan nos anima a descifrar el jeroglífico que representan los signos de un Dios que apuesta por la vida y el hombre.

El Señor está con nosotros, en las duras y en las maduras. En estos días finales del tiempo litúrgico se acentúa lo catastrófico, lo apocalíptico… Para unos es la ausencia de Dios, pero Jesús nos dice que “el Reino de Dios está cerca”.

Estamos ya a dos días del Adviento: ¡Ven, Señor Jesús!

PARA MEDITAR: JACQUES PHILIPPE TIEMPO PARA DIOS Guía para la vida de oración

LA DETERMINACIÓN DE PERSEVERAR

La lucha principal de la oración será por lograr la perseverancia. Perseverancia para la que Dios nos concederá la gracia, si la pedimos con confianza y si estamos firmemente decididos a poner todo de nuestra parte.

Hace falta una buena dosis de determinación, sobre todo al principio. Santa Teresa de Jesús insiste enormemente en esta determinación:

«Ahora, tornando a los que quieren ir por este camino y no parar hasta el fin, que es llegar a beber esta agua de vida, cómo han de comenzar, digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmure, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo» (Camino de perfección, cap. 21).

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