16 mayo 2013. Jueves de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración


La súplica que más me puede ayudar para acercarme al Señor e intimar con él,  en su íntima presencia, es en el versículo del Salmo 15 que seguramente conocemos. Hoy nos lo propone la Liturgia, y repetimos a veces  ante cualquier necesidad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

¿Lo has pensado alguna vez? Esta súplica  tan personal no se puede de dar  sino  hay intimidad. Si Jesús, no es el centro de mi vida. Todo este deseo está manifestado  entre estos dos  pronombres personales, Él y yo. Es un diálogo, franco y claro, sin intermediarios ni intérpretes. De tú a tú. Entre Jesús y yo.

El evangelio  de san Juan que hoy nos propone la Iglesia también nos marca el camino para llegar a intimar con el Señor.

Nos habla de unidad, de conocimiento, de amor o seguimiento.

UNIDAD.

Parece que Jesús es este texto de san Juan está muy preocupado por la falta de unidad. Repite  varias veces su deseo más vivo: “para que todos SEAN UNO, como tú, Padre, en mí,  y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, PARA QUE EL MUNDO CREA que tú me has enviado”. La falta de unidad; en mi vida interior, con mi familia, con las personas  cercanas,  en el contexto laboral, en el ámbito eclesial, es un contra - testimonio. La unidad es la condición necesaria para que el mundo crea en el amor de Dios Padre. De lo contrario todos nos sentiremos huérfanos; desunidos, ignorantes, sin poder amar y sentirnos amados.

CONOCIMIENTO

Si no hay conocimiento es imposible buscar y vivir en unidad. Pero para conocer hay que salir de sí y contemplar  la mano de Dios en todos los acontecimientos que me suceden a lo largo del día. Hoy me ha llegado un correo de un amigo que me comunicaba la muerte de su padre. Siento no poder asistir al funeral y entierro. Está lejos   y tengo  compromisos laborales. Pero si no hubiera tenido este detalle de comunicármelo, difícilmente le podría contestar  y acercarme  a él para mantener la unidad y el afecto  que supone el poder contar con un amigo.

AMAR

“…Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el AMOR que me tenías  esté con ellos, como yo también estoy con ellos”.  Este texto nos habla del amor pleno. Del a mor entre Dios Padre y Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. El amor trinitario es algo que no conoceremos hasta que lleguemos al cielo. Hasta que vivamos  la identificación total con Cristo. Con el bautismo y los demás sacramentos ya podemos vivir esta identificación con Jesús ya en esta vida. No hay que esperar a la muerte, al descaso  en las manos y en el corazón del Padre.

Terminamos la oración junto a María en el Cenáculo, esperando al Espíritu Santo.

“Padre que estás  en los cielos; tú enviaste  el Espíritu Santo a los primeros cristianos mientras oraban, unánimes con María, madre de Jesús, en el cenáculo de Jerusalén. Concédenos, soledad, sencillez, silencio de corazón, para recibir luz, fuerza y amor, el mismo espíritu santo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”

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