Jn 16, 12-15
Al revelarnos Jesús el misterio trinitario, nos enseñó también con su palabra y
su ejemplo a hablar a Dios con la familiaridad que revela el padrenuestro, por
tanto al iniciar nuestra oración nos ponemos en su presencia siendo conscientes
de ante quien estamos.
Toda nuestra vida cristiana es enteramente trinitaria y consiste en caminar
hacia el Padre por medio de Cristo camino y de la mano del Espíritu Santo. Éste
es el círculo en el que entramos gracias a la benevolencia de un Dios cercano y
amoroso, que en Cristo sale al encuentro del hombre y lo transforma en hijo
suyo mediante el Espíritu. San Pablo lo resume de la siguiente manera: “Los que
se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son los hijos de Dios”.
Hoy en la oración nos debemos preguntar con sinceridad qué significa el
misterio trinitario en nuestra vida de bautizados. ¿Nos dejamos guiar por el
Espíritu de la verdad? No vaya a ser que tengamos la misma idea que Kant tenía
del dogma de la Trinidad; decía que al cristiano le era indiferente el que en
Dios existiesen tres, cinco o diez personas, porque el dogma de la Trinidad no
le decía nada para su vida.
Somos guiados por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo siempre que servimos a
la verdad, al amor y a la fraternidad; en una palabra, siempre que servimos al
Reino de Dios que, como expresan las primeras peticiones del padrenuestro, es
el imperio amoroso de la voluntad de Dios en nuestra vida personal, familiar,
laboral, etc.
Todo en la misa, desde el saludo a la despedida está haciendo referencia a la
Trinidad. ¿Qué otra finalidad ha de tener nuestra vida sino glorificar a Dios
uno y trino?
La santa misa de este domingo debemos vivirla de forma especial, sin que se nos
meta la rutina y veremos que está presente la Trinidad en toda la liturgia
eucarística, como abiertamente lo proclama la oración que cierra la plegaria
eucarística: “Por Cristo, con Él, y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la
unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria”.
San Agustín no entendió el misterio de la Trinidad cuando lo pretendía
comprender a base de razón. Más tarde escribió: “entiendes la Trinidad, si
vives de verdad la caridad”.
Al finalizar nuestra oración digamos: “Dios te salve, María, Hija de Dios
Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo”.