Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Desglosamos la oración de hoy en cuatro puntos esenciales en la vida del cristiano y sobre los que hace falta pararse y revisarlos en presencia del Señor: La abnegación, confianza en Dios, el servicio a los demás y amor a los más débiles.
1. La abnegación: la abnegación es seguir la palabra del Señor “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16,24). Es aceptar lo que Dios quiere de nosotros aunque a veces, eso que nos pida, no lo entendamos o nos parezca algo que escapa de la razón, de nuestra razón. Como dice la lectura del Eclesiástico que hoy nos ofrece la Iglesia: “acepta cuanto te suceda, aguanta enfermedad y pobreza, porque el oro se acrisola en el fuego, y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza”. Lo que nos sucede aunque sea duro, debe ser aceptado con abnegación porque Dios siempre sacará de ello un gran bien y para mayor gloria suya.
2. La confianza en Dios: confía en el Señor porque aunque no veas los frutos de tu esfuerzo el Señor te recompensará y te dará el ciento por uno, porque no hay nada que escape a sus ojos. Si esperas en Dios no quedarás defraudado, porque él es tu esperanza y es clemente y misericordioso. ¿Cómo está tu confianza en Dios?
3. El servicio a los demás: ¿andas buscándote en todos los acontecimientos o reuniones? ¿O te quedas en el último lugar, como María, sirviendo a los demás?. Pídele a la Madre que te enseñe actuar como ella lo hace, quedándose en el último lugar, no buscando tu gloria personal sino la Gloria de Dios. Agradando a Dios por medio del servicio a los hermanos, siendo el último de ellos.
4. El amor a los más débiles: en el Evangelio de hoy podemos leer “Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado»”. Un niño es la criatura más débil que existe y Jesús lo pone como ejemplo para enseñarnos a acoger a los más pobres, preocuparnos por ellos. Señor, haz que no sea indiferente con la pobreza que veo en las calles todos los días. Que no falte una palabra de aliento para los más desfavorecidos, porque son tus favoritos Señor.