17 mayo 2013. Viernes de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

¡Señor, tú sabes que te quiero! ¡Señor, tú sabes que te quiero! ¡Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero!

Precioso día para hacer oración con el texto que la Iglesia nos propone en el evangelio de hoy. Si oración es diálogo íntimo, a solas, con quien sabemos nos ama, según nos dice Santa Teresa, este pasaje del evangelio es una oración narrada en directo de Pedro con Jesús. Pedro sabe que Jesús le ama, y Jesús sabe también que Pedro le ama, pero ha sido débil. En el momento de la prueba, Pedro ha renegado de Jesús por miedo. Todavía se quería más a sí mismo que a Jesús, y prefiere mantenerse vivo a confesar, con peligro de su vida, que conocía a ese Jesús al que iban a condenar a muerte.

Pero Jesús sabe que en nuestra debilidad se puede hacer fuerte, y aprovecha el momento de fortalecerse dentro de Pedro… y fortalecer a Pedro, elegido como columna de la Iglesia, para que cumpla fielmente y humildemente su labor. Con esa triple pregunta Jesús quiere que Pedro se reponga de su triple negación durante la Pasión. Pedro se da cuenta y poco a poco, dejándose perdonar y amar por su Señor, acepta amarlo, primero, y quererlo tiernamente, después.

Esto sí que es oración de la buena. Salvando las distancias podemos intentar hoy orar así. Todos hemos negado a Jesús tres veces o más. ¿Cuántas veces no le hemos proclamado ante nuestros compañeros por miedo? ¿Cuántas veces le hemos negado incumpliendo los mandamientos? ¿Cuántas veces hemos actuado como paganos para que no se rieran de nosotros? ¿Cuántas veces no hemos arriesgado diciendo que somos sus discípulos para no perder prestigio ante nuestros amigos o incluso para no perder un trabajo o una posición? No se trata ahora de recordar todos esos momentos, quizá ya perdonados por una buena confesión, sino de estarse un buen rato diciéndole a Jesús: ¡Tú sabes que quiero! Decírselo una y otra vez. Por tantas veces como le hemos negado. Por tantas veces que se lo hemos querido decir y se nos ha olvidado. Por tantas veces que nos ha parecido un poco ñoño decírselo. Por tantos cristianos que no se lo dicen. Por tantos hombres y mujeres que no le conocen y no se lo podrán decir nunca. ¡Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero!

- ¿Me amas?

- ¡Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero!

- ¿Me quieres tiernamente?

- ¡Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero!

- ¡Sígueme!

- Voy, Señor. Te seguiré adonde quiera que vayas.

Pasado mañana es Pentecostés. No olvidemos prepararnos para recibir al Espíritu Santo, espíritu de amor. Vendrá sobre nosotros para infundirnos más amor. Igual que él es el amor que procede del Padre y del Hijo y se derrama en nosotros, así nosotros, si lo recibimos, podemos ser concreción de ese amor para los demás hombres.

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