Hay que estar en condiciones favorables para
escuchar. Estos minutos de oración tienen la finalidad de entablar un diálogo.
Y la primera palabra del diálogo es la actitud de escucha. Y para escuchar, hay
que hacer silencio.
El “Aleluya” antes del evangelio lo expresa con
claridad: “Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor -, y yo las conozco y
ellas me siguen”.
Hace unos domingos recordábamos el evangelio del
Buen Pastor. Todavía nos llegan algunos ecos.
Este es el proceso normal de un bautizado, de cualquier persona
que se encuentra con Cristo y que cada día debe actualizarlo en la
oración: escuchar, conocer y seguir.
Aparentemente, parece que se me exige a mí dar el primer
paso. Yo tengo que escuchar, yo tengo que conocer, yo tengo que seguir a
Cristo. Por supuesto que se pide un esfuerzo personal para poner los medios y
alcanzar este objetivo, intimar y dialogar con Él. Pero a veces se
me olvida que el primero que ha dado el paso y sale a mi encuentro es el
Señor.
Él me escucha, me conoce y me ama y se mete en mi
vida. Me recuerda con su actitud al Padre misericordioso del
hijo pródigo. Le deja libre para que elija, y elige mal, pero él sabe que su
hijo retornará a casa. Él le espera todos los días porque es padre y un
Padre misericordioso, que nos ama con ternura hasta invadirnos por
todas las partes. No llegamos a comprender el por qué de tanto amor…
Si yo me siento escuchado, quiere decir que no soy un
extraño, que me conoce, me reconoce como hijo y como hijo, soy amado, aunque no
corresponda a su amor. Pero cuando descubro ese amor, y el medio más eficaz es
este diálogo íntimo con Él en la oración, entonces, todos los obstáculos que
encontraba en mi imaginación, saltan y desaparecen y me dejo amar y trato
de corresponder como un niño pequeñito a ese amor.
Pues desde esta actitud de sentirme hijo, es más
fácil leer de nuevo el texto evangélico de este día.
El texto evangélico de este día Jesús lo dirige a
sus discípulos. Pero los discípulos más aventajados con María y
José.
María y José, se han sentido amados por el Padre...
y han permanecido siempre en su amor…”Así nuestra alegría llegará a la
plenitud”.
¿Quiero permanecer formando parte de sus discípulos
más íntimos al amparo de María y José? El medio más eficaz es
dedicar todos los días unos minutos en silencio al diálogo íntimo con Jesús.