Nos
ponemos en la presencia de Dios antes de empezar este rato de oración. Piensa
que Dios ha pasado toda la noche esperándote con impaciencia; por ello salúdale
con devoción y amor; siente su presencia y que te envuelve por todos los lados.
Hoy
se cumple una de las grandes promesas que hace Jesús en su paso por la tierra:
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy no vendrá a vosotros el
Paráclito” (Jn 16,7)
Hoy
celebramos el cumpleaños de la Iglesia: El Espíritu Santo consigue que de un
grupo de 12 hombres miedosos, timoratos e ignorantes; hacer los doce apóstoles
que fueron capaces de llevar el cristianismo por toda la tierra.
El
Espíritu Santo es tan importante porque es el amor de Dios, y para Dios, da la
impresión que amar está en su esencia. La Sagrada Escritura, habla en la
creación, que Dios cuando nos creó, lo hizo a su imagen y semejanza; por lo
tanto estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Yo siempre me he preguntado:
¿y en qué me parezco yo a Dios?. Puede ser un buen tema de oración; pero yo
creo que nos parecemos a Él en la capacidad de amar que tenemos. Por supuesto
que es un mero parecido, pero lo es.
Por
lo tanto cuando manifestamos nuestro amor a Dios, a nuestros seres más
queridos, a todos los hombres de la tierra y, en definitiva a toda la creación;
entonces es cuando hacemos presente al Espíritu Santo en nuestras vidas.
Te
propongo que el plato fuerte de este rato de oración sea hacer unos cuantos
actos de Amor, para renovar nuestro amor; sabemos que Dios sabe que le amamos
pero además vamos a expresárselo de una forma concreta: seguro que tú y yo
somos conscientes de que en más de una ocasión le hemos fallado, incluso hemos
pecado contra Él; tienes que sentir muy cerca que Dios te ha perdonado y haz
presente ese perdón hasta que despierte en ti un sentimiento de afecto y amor
por Dios que remueva todas tus entrañas.
A
continuación, damos un paso más, ahora se trata de dejarse amar por Dios, es
decir ofrecerse como objeto del amor de Dios. Pocas personas hacen este
ofrecimiento; es la gran aportación de la mística de Teresa de Lisieux:
ofrecerse como víctima al Amor Misericordioso.
Terminar
nuestro rato de oración acercándose especialmente a la Virgen en este mes de
mayo. Seguro que esta forma de orar era utilizada con frecuencia por la Madre,
así que le pedimos ayuda para conseguir nuestros objetivos.
P.D. Si
puedes ver la presentación adjunta podrás leer unos cuantos textos de la
Sagrada Escritura sobre el Espíritu Santo.