9 mayo 2013. Jueves de la sexta semana de Pascua – Puntos de oración

* Primera lectura: En un ambiente difícil como Corinto, Pablo conoce de éxitos y fracasos. Mientas que los judíos le rechazan -excepto Crispo, el jefe de la sinagoga-, unos cuantos paganos se convierten y forman el primer núcleo de la comunidad.

Nunca ha sido fácil acoger y vivir la fe en Cristo, sobre todo cuando la sociedad no es sensible  a estas enseñanzas, como sucedía en la pagana Corinto y sigue pasando en tantos ambientes nuevamente paganos hoy. El ejemplo de Pablo, permaneciendo un tiempo largo en esta ciudad, para consolidar la comunidad que se está iniciando, nos estimula también a nosotros. No esperemos que el fruto de nuestro apostolado sea visible a corto plazo. Muchas veces la evangelización exige esfuerzos continuados. Entre la siembra y la cosecha puede haber mucho tiempo,  y también que recoja otro que no sembró. Y no ha sido inútil la siembra, más bien al revés; era necesaria así para cosechar luego.

* Salmo: Elevemos al Señor, Dios y Padre nuestro, un cántico nuevo nacido de la boca de quienes hemos sido renovados en Cristo. Alabemos al Señor con nuestras obras, pues con ellas estamos indicando que en verdad somos sus hijos. Dios se ha levantado victorioso sobre sus enemigos. En Cristo Jesús, su Hijo y Señor nuestro, ha sido vencida la antigua serpiente o Satanás. Pero aun cuando el mal ha sido vencido, mientras caminamos por este mundo, somos blanco de las tentaciones nacidas incluso de nuestra propia concupiscencia. Por eso debemos confiar siempre nuestra vida en Dios, para que la Victoria de su Hijo sea nuestra, y para que su Espíritu Santo nos fortalezca, y podamos convertirnos en una continua alabanza de su Santo Nombre. Que la tierra entera contemple la victoria de nuestro Dios desde una Iglesia que, consciente de estar formada por pecadores, vive en una constante conversión hasta llegar a su perfección en Cristo Jesús.

* Evangelio: “Vuestra tristeza se convertirá en alegría”.  Dejamos el comentario a San Agustín:

«Para los discípulos era esto oscuro entonces, y después quedó aclarado; para nosotros es ya cosa clara: después de algún tiempo padeció y dejaron de verle; después de otro poco de tiempo resucitó y le vieron de nuevo... “El mundo se alegrará, pero vosotros os contristaréis”: esto puede tomarse en el sentido de que los discípulos se contristaron por la muerte del Señor e inmediatamente se alegraron con su resurrección; el mundo en cambio, bajo cuyo nombre quiso significar a sus enemigos que le crucificaron, se gozó de la muerte de Jesucristo precisamente cuando los discípulos se contristaron. Por mundo puede entenderse la malicia de este mundo, o sea, los amigos de este mundo, según dice el Apóstol Santiago: “El que quiera ser amigo de este siglo, se hace enemigo de Dios” (4,4), por cuya enemistad no perdonó ni a su Hijo unigénito» (Tratado 101,1-2, sobre el Evangelio de San Juan).

ORACIÓN FINAL:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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