1 junio 2016. Miércoles de la IX semana de Tiempo Ordinario – San Justino – Puntos de oración

Ayer celebramos la Visitación de nuestra Señora e iniciamos Campaña de la Visitación. Estamos en su primera etapa, hasta el día 24, fiesta del nacimiento de san Juan Bautista, haciendo nuestras las primeras palabras del evangelio de la Visitación: “En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino…”
Comenzamos nuestra oración, pidiendo a la Virgen que nos visite, como hizo con Isabel, para que también nosotros nos llenemos del Espíritu Santo y así hoy imitemos a la Virgen en el olvido de sí misma y en la entrega a los demás.
Al escuchar la Palabra de Dios en este día, nos detenemos en la carta de san Pablo a Timoteo, y nos llama la atención el cariño con el que se dirige a él, diciéndole: “Tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día”. Timoteo es su hijo en la fe y colaborador en la obra de la evangelización. Podemos dedicar un tiempo de nuestra oración a pedir unos por otros, poner rostros en nuestra oración de intercesión ante Dios, de aquellos con los que compartimos la misión y el apostolado de modo que nos sintamos un solo corazón en la tarea de “anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús” y de “dar testimonio de nuestro Señor”.
Bien podemos poner en labios de la Virgen las recomendaciones de Pablo a Timoteo, como si Ella nos las dijera, invitándonos a renovar el fervor misionero ahora que comenzamos una Campaña destinada a llevar la alegría del encuentro con Jesús a lo largo del verano a todos, especialmente a los jóvenes: “Te recuerdo que reavives el don de Dios… porque Él no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios”.
Reavivar el don recibido es vivir con entusiasmo nuestro carisma en estos momentos en que queremos vivir imitando a la Virgen, contagiando alegría y esperanza a quienes lo necesitan a nuestro lado. También podemos aplicarle a Ella las palabras del Apóstol: “Sé de quién me he fiado”. Sí, nuestra confianza está puesta en María, en su poderosa y maternal intercesión, que nos alcanzará la gracia de la perseverancia en este estilo de vivir el evangelio, si no nos cansamos nunca de estar empezando siempre. Pongamos en sus manos y en su Corazón nuestros deseos de vivir las virtudes de la Visitación. Con la fuerza del Espíritu Santo que Ella nos comunica con su intercesión, vivamos especialmente este aspecto de la Campaña:
“A imitación de María nos levantamos con prontitud. Nos proponemos vencer la pereza, estudiando y trabajando sin ganas, especialmente en el remate del curso. Y para ello procuramos levantarnos a la primera, acostándonos a tiempo para descansar lo necesario. Como la Virgen no se condujo por curiosidad, vanidad o inconstancia, buscaremos luchar particularmente contra estos defectos de carácter”.

¡Santa María de la Visitación, salva al mundo, con la paz, apiádate de la juventud y de la familia, ruega por nosotros!

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