Ayer celebramos la Visitación de nuestra
Señora e iniciamos Campaña de la Visitación. Estamos en su primera etapa, hasta
el día 24, fiesta del nacimiento de san Juan Bautista, haciendo nuestras las primeras
palabras del evangelio de la Visitación: “En aquellos mismos días, María se
levantó y se puso en camino…”
Comenzamos nuestra oración, pidiendo a
la Virgen que nos visite, como hizo con Isabel, para que también nosotros nos
llenemos del Espíritu Santo y así hoy imitemos a la Virgen en el olvido de sí
misma y en la entrega a los demás.
Al escuchar la Palabra de Dios en este
día, nos detenemos en la carta de san Pablo a Timoteo, y nos llama la atención
el cariño con el que se dirige a él, diciéndole: “Tengo siempre tu nombre en
mis labios cuando rezo, de noche y de día”. Timoteo es su hijo en la fe y
colaborador en la obra de la evangelización. Podemos dedicar un tiempo de
nuestra oración a pedir unos por otros, poner rostros en nuestra oración de intercesión
ante Dios, de aquellos con los que compartimos la misión y el apostolado de
modo que nos sintamos un solo corazón en la tarea de “anunciar la promesa de
vida que hay en Cristo Jesús” y de “dar testimonio de nuestro Señor”.
Bien podemos poner en labios de la
Virgen las recomendaciones de Pablo a Timoteo, como si Ella nos las dijera,
invitándonos a renovar el fervor misionero ahora que comenzamos una Campaña
destinada a llevar la alegría del encuentro con Jesús a lo largo del verano a
todos, especialmente a los jóvenes: “Te recuerdo que reavives el don de Dios…
porque Él no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor
y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios”.
Reavivar el don recibido es vivir con
entusiasmo nuestro carisma en estos momentos en que queremos vivir imitando a
la Virgen, contagiando alegría y esperanza a quienes lo necesitan a nuestro
lado. También podemos aplicarle a Ella las palabras del Apóstol: “Sé de quién
me he fiado”. Sí, nuestra confianza está puesta en María, en su poderosa y
maternal intercesión, que nos alcanzará la gracia de la perseverancia en este
estilo de vivir el evangelio, si no nos cansamos nunca de estar empezando
siempre. Pongamos en sus manos y en su Corazón nuestros deseos de vivir las
virtudes de la Visitación. Con la fuerza del Espíritu Santo que Ella nos
comunica con su intercesión, vivamos especialmente este aspecto de la Campaña:
“A imitación de María nos levantamos con
prontitud. Nos proponemos vencer la pereza, estudiando y trabajando sin ganas,
especialmente en el remate del curso. Y para ello procuramos levantarnos a la
primera, acostándonos a tiempo para descansar lo necesario. Como la Virgen no
se condujo por curiosidad, vanidad o inconstancia, buscaremos luchar
particularmente contra estos defectos de carácter”.
¡Santa María de la Visitación, salva al
mundo, con la paz, apiádate de la juventud y de la familia, ruega por nosotros!