* El jueves
posterior a Pentecostés, la Iglesia en España cuenta con una fiesta
litúrgica muy vinculada a nuestra tradición e historia. Es la
fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. El Señor ha sido
constituido sacerdote en virtud de la unción con el Espíritu Santo recibida en
la Encarnación. Y así se ha convertido en mediador de la nueva Alianza, que ha
sido sellada con su propia sangre: Por eso, Jesucristo es a la vez sacerdote y víctima,
el que hace la ofrenda y el que es ofrecido al Padre. Como vemos, el fundamento
bíblico de esta fiesta está más que justificado en el despliegue divino de
nuestra salvación. Esta festividad fueromovida especialmente en España por el
P. José María García Lahiguera, antiguo obispo auxiliar de Madrid, y por la
Congregación de hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote.
* "Jesucristo
en verdad es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para sí, al ofrecer al
Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre del género humano.
Igualmente, Él es víctima, pero para nosotros, al ofrecerse a sí mismo en vez
del hombre sujeto a la culpa. Pues bien, aquello del apóstol: tened en
vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo, exige
a todos los cristianos que reproduzcan en sí, en cuanto al hombre es posible,
aquel sentimiento que tenía el divino Redentor cuando se ofrecía en sacrificio,
es decir, que imiten su humildad y eleven a la Suma Majestad de Dios la
adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias. Exige,
además, que de alguna manera adopten la condición de víctima, abnegándose a sí
mismos según los preceptos del Evangelio, entregándose voluntaria y
gustosamente a la penitencia, detestando y confesando cada uno sus propios
pecados (...)" (Pío XII. Mediator Dei).
* Hoy es un
día en el que podemos pedir más especialmente para que los sacerdotes
estén siempre abiertos a todos y desprendidos de sí mismos, "pues el
sacerdote no se pertenece a sí mismo, como no pertenece a sus parientes y
amigos, ni siquiera a una determinada patria: la caridad universal es lo que ha
de respirar. Los mismos pensamientos, voluntad, sentimientos, no son suyos,
sino de Cristo, su vida" (Pío XII).
* El sacerdote
es instrumento de unidad. El deseo del Señor es "que todos sean
uno" (Juan 17,21). Él mismo señaló que todo reino dividido contra sí será
desolado y que no hay ciudad ni hogar que subsista si se pierde la unidad. Los
sacerdotes deben ser solícitos en conservar la unidad (ver Efesios); y esta
exhortación de San Pablo "se refiere, sobre todo, a los que han sido
investidos del Orden sagrado para continuar la misión de Cristo"(Concilio
Vaticano II).
* Hoy
es un día para agradecer a Jesús un don tan grande. ¡Gracias, Señor,
por las llamadas al sacerdocio que cada día diriges a los hombres! Y hacemos el
propósito de tratarlos con más amor, con más reverencia, viendo en ellos a
Cristo que pasa, que nos trae los dones más preciados que un hombre puede
desear. Nos trae la vida eterna.
* Jesús
es Sacerdote porque se ofreció a Sí mismo en la Cruz por la salvación del mundo.
Así de grande es la Misericordia de Dios. En el momento de la
consagración escucharemos sus palabras: “Esto es mi Cuerpo que se entrega por
vosotros. Esta es mi Sangre que se derrama por vosotros” (Cfr. Marcos
14,22-24). Y eso lo hizo Jesús voluntariamente, con total generosidad. Nadie se
lo ha pagado, porque el amor no tiene precio. Lo único que nos pide Jesús es
correspondencia. Amor con amor se paga.
* María
fue la Madre de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote. Ella, al pie de la
Cruz de Jesús, ofreció a su Hijo por la salvación del mundo. Y además, Ella
misma se ofreció, juntamente con su Hijo. La Misericordia del Hijo llenó a
su Madre, y la convirtió para nosotros en Madre de Misericordia.