Estamos haciendo en esta semana la
lectura continua de la oración sacerdotal. Jesús ora con una gran intensidad.
En los evangelios vemos que Jesús ora y alguna vez nos presentan breves
oraciones como el himno de exultación (Mt 11,25-26; Lc 10,21); pero, aquí Juan
dedica todo un capítulo a mostrarnos la oración de Jesús. Es una oración
filial; Marcos y Pablo nos hablan del término Abba para darnos a conocer la
misma palabra que Jesús usaba y que nosotros movidos por el Espíritu Santo
también somos movidos a emplear; nuestra oración como la de Jesús es una
oración filial.
Jesús pide la unidad para sus
discípulos, una unidad que es a imagen de la que le une al Padre. Jesús pide
esa unidad como condición de la misión de la Iglesia: “para que el mundo crea”.
Podemos pedir en este día que crezca esa unidad según el espíritu que ha
surgido del concilio Vaticano II y que inspira la misión de la Iglesia en
nuestro tiempo en fidelidad al Señor Jesús. Pidámoslo en estos días en que
suplicamos la venida del Espíritu Santo, Él es el auténtico artífice de la
unidad, de la verdadera unidad.
Estamos en el mes de mayo y miramos a
María también como madre de la unidad; ella que aglutinó a los primeros discípulos
de Jesús en oración nos alcance esta gracia para la Iglesia de nuestro tiempo.
Su misión es obra de la acción del Espíritu Santo y nos alcanzará ese amor de
Dios del que habla el evangelio de este día.