Hacemos un esfuerzo especial para
ponernos en la presencia de Dios para hacer este rato de oración. Hoy es sábado
y la Virgen va a estar muy cerca de nosotros. Mañana es la fiesta del Cuerpo
del Señor: en este escenario nos disponemos a hacer nuestro rato de oración.
Madre, enséñame a descubrir en la
Eucaristía el sentido de mi vida. Enséñame a descubrir a todo un Dios, que
cuando quiso darlo todo por nosotros, no se le ocurrió otra manera que,
dejarnos este regalo. A través del pan, Jesús nos quiere mostrar su misericordia.
En el texto evangélico de la multiplicación de los peces y los panes vemos como
Jesús no se deja ganar en misericordia. Primero son los discípulos, que
apiadándose del gentío, le piden a Jesús que los despida para que puedan
comprar comida en los pueblos cercanos. Jesús se muestra mucho más generoso y
primero les pide a ellos que les den de comer. Después es el mismo Jesús el que
les manda sentarse y les sacia de pan y pescado, todo lo que quisieron.
La misericordia de Jesús no tiene
límites. Los discípulos le preguntan en una ocasión: maestro se tu prójimo te
ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle? –Y se aventura a decir un número
muy alto: ¿hasta siete veces? Jesús le contesta, como de costumbre, colmando la
misericordia: “Hasta setenta veces siete”, es decir, siempre. ¡Cómo nos cuesta
entender que nuestra generosidad no puede tener límites! Llegamos a pensar que
se están riendo de nosotros, que nos piden perdón pero a la vez ya están
pensando cómo fastidiarnos de nuevo. Jesús no pone en duda nuestras intenciones
y estoy seguro de que nos perdona aunque no sean limpias.
Llama la atención también otro hecho:
Jesús saca fuerzas de donde no quedan y perdona al buen ladrón que le pide
perdón en la cruz: “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el
paraíso”.
Quiero llamar tu atención y que pienses
que el fruto más importante de este año de la misericordia no es que aprendamos
a ser misericordiosos; sino a sentir que Dios es misericordioso contigo. Déjate
llevar por ese sentimiento en este rato de oración: siente muy dentro de ti que
Dios ha sido misericordioso contigo, déjate llevar por la misericordia de Dios
que te envuelve por todos los sitios.
Te traigo el recuerdo de aquella escena
que mucho vivimos con la hermana Anunciación en Villagarcía, cuando nos decía
que Dios no es alguien distante que nos observa y nos vigila desde lejos; no,
es alguien que nos rodea por todos los lados, es alguien en el que vivimos
sumergidos siempre.
Termina este rato de oración pidiéndole
a la Madre que te haga sentir la misericordia de Dios siempre y en todos los
lados.