29 mayo 2016. Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Ciclo C) – Puntos de oración

“Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos”.
En la vida de la Iglesia esto es lo que representa la multiplicación de los panes y los peces. Porque cuando Dios concede un don a alguien no es para uso y disfrute de uno mismo, sino para ser compartido con los demás. Por eso los dones que se comparten son los que se multiplican. Por eso el que guarde su vida (para sí, reservándola sin compartirla)  la perderá y el que la pierda por Mí, nos dice el Señor, (repartiéndola en Su nombre a los demás) la salvará.
Comieron todos y se saciaron… ¡y sobraron doce cestos! Cuando el Señor les dijo “dadles vosotros de comer” les quiso hacer partícipes privilegiados de esta realidad de la vida del cristiano. El hombre sólo conoce realmente aquello que experimenta, dice un autor espiritual. Por eso Jesús, su maestro, quiso que experimentaran por sí mismos esta realidad: que los dones que se comparten se multiplican.
Eran unos cinco mil hombres y, los apóstoles seguramente abrumados por semejante gentío, le dijeron a Jesús: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». ¡Y nuestros dones no llegan para todos!, pensaría alguno de ellos ¡solo son cinco panes y dos peces! Si lo hubieran hecho así (dado que eran doce y con Jesús trece) probablemente no se habrían dado un gran banquete. Y sin embargo: “Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos”. Y esto es porque los compartieron. Esta es la enseñanza que les quiso dar el Maestro.

Tengamos también nosotros la fe y el valor de pasar por esta experiencia: que los dones que se comparten se multiplican. Y en este último domingo del mes de mayo, el día del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, no podemos olvidar los dos grandes dones que nos han sido regalados por el Señor: Su madre y la Eucaristía. El Señor nos ha dejado a su madre y se ha partido y repartido El mismo. Que siguiendo su ejemplo seamos capaces de compartir nuestra fe en la Eucaristía y nuestra devoción a María con todos aquellos que, como nosotros, andan en descampado y hambrientos de amor.

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