“Señor, aquí estoy. Vengo a hacer
este rato de oración, pero quiero estar contigo todo el día en comunicación.
¿Seré capaz? Tienes mis contactos y mis redes abiertas para lo que me quieras
decir hoy. No sé qué sistema vas a utilizar esta vez. Últimamente me hablas
mucho a través del sufrimiento de las personas de mi alrededor y las del mundo
entero. Me parece que ya te voy pillando. El dolor es uno de los más potentes
altavoces de tu voluntad. Siempre te oímos ahí. Es triste que tenga que ser
así, pero es que cuando nos viene una alegría gorda, es fácil que nos olvidemos
de que también estás ahí. Me comprometo hoy a intentar oírte en ambos momentos
extremos: cuando tenga yo, o alguno de los míos, una alegría y cuando tenga un
sufrimiento.
Pero además sé que utilizas otros
medios de comunicarte, así que me pongo “al loro”. Puede ser a través de la
sensación de plenitud después de un gran esfuerzo o también a través de las
palabras de mi director espiritual o de un amigo o amiga que me habla de ti…
También me hablas a través del corazón, tanto del mío como del de los demás; me
hablas desde el mío porque habitas en él y cuando se acelera o conmueve ante el
mal o ante el amor sé que estás ahí; y en el de los demás, también me hablas,
cuando obran la misericordia en cualquiera de sus formas y yo lo percibo. ¡Qué
bien nos hacemos unos a otros con el ejemplo!
A Samuel, el de la Biblia, lo
llamaste varias veces en la noche y él te acabó entendiendo a través de un
sacerdote que se lo explicó… ya sé lo que tengo que hacer si oigo algo que no
sé interpretar.
El Espíritu Santo también nos habla,
como le dijo tu discípulo Pablo a los Corintios, a través de la pureza de
nuestro cuerpo… ya sé lo que tengo que hacer para mantener limpios mis oídos.
A Juan y a Andrés los envío Juan Bautista
directamente a pasar el día con Jesús. ¡Buen altavoz ese Bautista!... Y luego
Andrés se lo dijo a su hermano Pedro y, más tarde, Juan a su hermano Santiago…
ya sé lo que tengo que hacer para proponerte al mundo.
Pues eso, Señor, que aquí me tienes
para hacer tu voluntad, y que quiero pasar el día contigo, ¿dónde vives?”