14 enero 2017. Domingo II del Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

“Señor, aquí estoy. Vengo a hacer este rato de oración, pero quiero estar contigo todo el día en comunicación. ¿Seré capaz? Tienes mis contactos y mis redes abiertas para lo que me quieras decir hoy. No sé qué sistema vas a utilizar esta vez. Últimamente me hablas mucho a través del sufrimiento de las personas de mi alrededor y las del mundo entero. Me parece que ya te voy pillando. El dolor es uno de los más potentes altavoces de tu voluntad. Siempre te oímos ahí. Es triste que tenga que ser así, pero es que cuando nos viene una alegría gorda, es fácil que nos olvidemos de que también estás ahí. Me comprometo hoy a intentar oírte en ambos momentos extremos: cuando tenga yo, o alguno de los míos, una alegría y cuando tenga un sufrimiento.
Pero además sé que utilizas otros medios de comunicarte, así que me pongo “al loro”. Puede ser a través de la sensación de plenitud después de un gran esfuerzo o también a través de las palabras de mi director espiritual o de un amigo o amiga que me habla de ti… También me hablas a través del corazón, tanto del mío como del de los demás; me hablas desde el mío porque habitas en él y cuando se acelera o conmueve ante el mal o ante el amor sé que estás ahí; y en el de los demás, también me hablas, cuando obran la misericordia en cualquiera de sus formas y yo lo percibo. ¡Qué bien nos hacemos unos a otros con el ejemplo!
A Samuel, el de la Biblia, lo llamaste varias veces en la noche y él te acabó entendiendo a través de un sacerdote que se lo explicó… ya sé lo que tengo que hacer si oigo algo que no sé interpretar.
El Espíritu Santo también nos habla, como le dijo tu discípulo Pablo a los Corintios, a través de la pureza de nuestro cuerpo… ya sé lo que tengo que hacer para mantener limpios mis oídos.
A Juan y a Andrés los envío Juan Bautista directamente a pasar el día con Jesús. ¡Buen altavoz ese Bautista!... Y luego Andrés se lo dijo a su hermano Pedro y, más tarde, Juan a su hermano Santiago… ya sé lo que tengo que hacer para proponerte al mundo.

Pues eso, Señor, que aquí me tienes para hacer tu voluntad, y que quiero pasar el día contigo, ¿dónde vives?”

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