Hoy Domingo, día del Señor, podemos
dedicar un rarito más largo a la oración que entre semana, aprovechando que
tenemos más tiempo. Y empezamos como siempre, poniéndonos en su presencia, reconociendo
nuestra pequeñez para orar y pidiéndole ayuda al Espíritu Santo, sabiendo que
Dios nos escucha.
Las lecturas que se leen en la misa
de hoy nos hablan precisamente de eso. De cómo Dios sale al encuentro del
hombre y quiere dialogar con él. Y para ello le llama para seguirle de cerca,
para poder establecer con él una alianza personal, una historia de salvación
personal.
En la primera, un profeta lleva el
mensaje de Dios a Nínive, para que sus habitantes la acepten. Lo hacen, vuelven
a Dios, conmoviendo su corazón de Padre y son perdonados. En el evangelio es
Jesús mismo el que llama, después de que Herodes haya decapitado a Juan el
bautista, que había hablado a los hombres del Mesías, éste empieza su misión. Y
lo hace llamando. Como hizo a través de Jonás hace miles de años y como sigue
haciendo hoy. Hoy Jesús nos llama a cada uno de nuevo. Pidamos generosidad para
responder a su llamada, demos las gracias por aquellos ‘profetas’ que en
nuestra vida nos recuerdan que Dios nos espera y nos animan a continuar nuestro
camino de fe.
No dejemos la respuesta para más
tarde, porque San Pablo en su carta nos recuerda que “el tiempo apremia” así
que… ¿Qué vas a responder hoy a la llamada que Jesús te hace? Que la Virgen
María nos ayude a todos a decir SÍ.