8 enero 2018. Lunes de la I semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Antes de comenzar nuestro rato de oración, lo hagamos donde Dios quiera hay que hacer un esfuerzo para ponerse en la presencia del Señor. Si estás en una capilla, te será más fácil pero también tienes más culpa si has entrado, has estado un rato y aún no te has fijado en QUIEN está en el sagrario. Él lleva toda la noche esperándote y soñando con estos momentos. Por eso, míralo, fíjate despacio en él y dile lo primero que se te ocurra; como cuando un amigo se encuentra con otro después de un tiempo.
            Hoy, día 8 de enero, muchos nos incorporamos a nuestro estudio o trabajo después de las vacaciones y nos encontramos con unos cuantos compañeros que vienen un poco desanimados de las vacaciones: tenían puestas muchas expectativas y no se han cumplido, aparece un nuevo trimestre muy duro y con pocas ganas. Aquí es donde debes actuar y con tu actitud y con tu ayuda les puedes ayudar mucho y por qué no, ofrecerles asistir a la próxima tanda de ejercicios que tenemos en febrero.
            De la primera lectura podemos sacar una buena lección que nos puede servir en nuestra vida espiritual: muchas veces ansiamos muchos de los dones que otros reciben y la conclusión final es alentadora: “¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?”. Dios nos dice: ¿Acaso no soy para ti mejor que todos los bienes que te puede ofrecer el mundo? Yo elijo a mi Señor, Él me basta y cumple todas mis expectativas.
            Después en el Evangelio se nos cuenta la elección que hace Jesús de los primeros discípulos: Primero a Simón y Andrés, luego a Santiago y a Juan. Te invito a escuchar cómo te elije a ti también y pronuncia tu nombre. Si lo oyes, deja todo lo que haces y síguele. Ten la seguridad que sigues al mejor de los maestros. Si puedes también arrastra a tus mejores amigos: están deseando, aunque no te lo digan o incluso aunque te digan lo contrario.

            Termina tu rato de oración pidiéndole a la Virgen que te elija para estar al lado del Señor: Madre, ponme junto a Jesús. Y tú grita: “SEÑOR, ELÍGEME”.

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