29 enero 2018. Lunes de la IV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

* Evangelio: Hoy nos ayuda en nuestra meditación, el texto de CARLO M. MARTINI, en el libro SE ME DIRIGIO LA PALABRA (págs. 80-83):
“… Del paso de Marcos he escogido sólo el final del episodio del endemoniado curado, porque es la parte más interesante para nuestra reflexión.
Mientras Jesús se vuelve a la barca, el endemoniado curado "le pedía ir con él". Tenemos ante todo una oración: este hombre quisiera estar con Jesús. En el original griego, las palabras son las mismas que Marcos ha usado ya en 3,14, donde se dice que Jesús designó a los Doce "para que estuvieran con él". La expresión "estar con él" describe la vocación apostólica, el ir con Jesús itinerante para ser enviados luego por él: describe la llamada de los Doce, de quienes participan continuamente en el ministerio del Maestro y están con él en la función de la Iglesia, es decir, los apóstoles.
Así que el hombre curado pide formar parte del grupo, y recibe una respuesta dura que nos recuerda otras respuestas duras; por ejemplo, la proporcionada a la mujer cananea, sobre la que meditamos la pasada vez. El evangelista Marcos dice: "No le dejó" estar con él, o sea formar parte de quienes abandonándolo todo le seguían viajando por Palestina. La dureza de la respuesta se ve mejor si la comparamos con 5,37, cuando Jesús está para entrar en la casa de Jairo, caya hija ha muerto, y "no permitió que le acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan". Quizá había mucha gente que quería entrar, tal vez por curiosidad; pero Jesús distinguió: estos tres, sí; los demás, no.
El mismo verbo griego usado por Marcos en el versículo 37 y para el endemoniado de Gerasa que quería seguirle, volvemos a encontrarlo en 1,35: Jesús "no dejaba hablar a los demonios porque le conocían". Jesús establece, pues, una delimitación neta: esto no es para ti, no es ésta tu vocación. Es una toma de posición negativa respecto a la vocación que uno pensaba tener.
Podemos imaginar la decepción de este hombre, que quisiera, lleno de reconocimiento por la curación, dejarlo todo y seguir a Jesús, llegando a ser apóstol, un enviado a todo el mundo. Pero hemos de examinar atentamente las palabras que siguen al rechazo: "...le dijo: 'Vete a tu casa con los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, compadecido de ti, ha hecho contigo'. Él se fue y comenzó a publicar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él, y todos se admiraban". Son palabras para meditar, pues describen la vocación de uno que, aun no siendo llamado como los Doce, tiene una vocación de verdadero seguimiento de Cristo y, en realidad, participa muy estrechamente de una llamada. El evangelista usa un lenguaje muy preciso: ¡Vete!; de alguna manera es un envío misionero, la orden para una misión.
¿Qué misión? Anuncia; y el verbo siguiente describe lo que debe hacer: proclama. "Anuncia y proclama". Anunciar y proclamar son términos típicos de la actividad evangelizadora de la Iglesia.Y eso sin ser misionero, sin haber sido llamado —pudiéramos decir hoy— a una vocación de entrega total (o sea, dejando casa, familia, oficio): aquel hombre recibe una verdadera y auténtica misión de evangelización. El kerigma se le confía también a él: "¡Anuncia, proclama!"
¿Qué anuncia y proclama? "Lo que el Señor, compadecido de ti, ha hecho contigo"(…) Hay, finalmente, otro aspecto determinante, característico, para captar el significado de esa vocación: "Vete a tu casa con los tuyos". Y, añade el evangelista "comenzó a publicar por la Decápolis". El, por el mandato que ha recibido, no debe abandonarlo todo, como Pedro, Santiago, los apóstoles; se le envía a su casa "con los tuyos". En su ambiente, en su realidad de vida, en su realidad de trabajo, en su sociedad y en su ciudad, la Decápolis, sociedad y ciudad paganas, ahí se le manda al geraseno proclamar la misericordia de Dios (...)
Hemos descrito así algunas características de lo que podríamos llamar vocación laical.
Hay en la historia de la salvación vocaciones que no son idénticas a la de los Doce (las futuras vocaciones presbiteriales, sacerdotales, religiosas), sino que se manifiestan en su casa, en su trabajo, como verdadera respuesta a un mandato de Jesús, como verdadero anuncio del Reino”.
ORACIÓN FINAL

Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María, siempre Virgen, escucha nuestras súplicas, y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne hacernos partícipes de su condición divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Archivo del blog