2 de enero 2018 – S. Basilio Magno y S. Gregorio Nacianceno – Puntos de oración

Hoy muchos iniciamos unos días de convivencia familiar o con jóvenes que seguirá enriqueciendo nuestra vida, pues Dios siempre está detrás buscando decirnos algo que nos siga alentando en el camino de la santidad. En cualquier caso, estemos donde estemos, de nuevo Él quiere hablarnos al corazón. Pidamos luz al Espíritu Santo para saber escuchar su voz.
El evangelio nos presenta de nuevo el testimonio de Juan el Bautista. Ya lo hizo en la preparación de la Navidad. Parece que el Espíritu quiere decirnos con claridad que cuando muchos piensan que lo principal es destacar, tener cuantos más seguidores mejor, quedar bien ante los amigos o la familia, el testimonio de Juan el Bautista nos ha de poner en nuestro sitio.
Él no quiere retener a los que le siguen, sino invitarlos a ir tras la verdadera luz, que se presenta mediante un pequeño niño nacido en un portal. Una invitación a hacer nosotros lo mismo. Que nuestra vida, que el día de hoy, sea un mostrar el camino hacia Jesús en todo lo que hacemos. Desaparecer yo para que Jesús se haga un hueco en los corazones que me rodean.
A veces es difícil no caer en la tentación de sentirnos un poco mesías, de dejarnos alabar por lo bien que hablamos, damos catequesis o hacemos lo que nos piden. Viene bien entonces recordar las palabras de Jesús: “siervos inútiles somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”
Vamos a pedirle hoy a la Madre que todo lo que hagamos en este día sea por Jesús, y para que los que nos rodean puedan disfrutar también de nuestro gran amigo.
Sabemos que nadie puede conocer a Jesús si no se lo anuncian. Así que ya tenemos tarea para estos días, hacer de Bautistas para muchos hermanos que aún no han oído hablar de Cristo, o no han recibido un testimonio convincente.

La primera lectura, del apóstol san Juan, nos anima a la confianza: Y ahora, hijos, permaneced en Él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de Él en su venida. Pidamos esa gracia, ser fieles a Cristo, y fieles a la tarea recibida. La que sea, pequeña o grande, de mucha responsabilidad o de poca. Lo importante es hacerlo por Él, con él y para Él.

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