13 noviembre 2020, viernes de la XXXII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Todos los días nos acercamos a la Palabra de Dios para escuchar su voz. Para alimentar nuestra vida acogiéndola en este rato de oración. Debemos tomar conciencia al comienzo de este momento de nuestro propósito, que no es oír algo nuevo cada día, sino para volver constantemente al único mensaje del Señor. Así nos lo dice la carta de San Juan hoy: “No pienses que te escribo para mandar algo nuevo, solo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros”. Sí, para eso estamos aquí. Para eso nos retiramos junto a Dios para aprender a amar como Él ama y así, “vivir con el Padre y el Hijo”, no sólo en este momento, sino todo el día. ¡Qué maravillosa es la vocación a la que el Señor nos ha llamado! Este es un momento para desear eso que el Señor nos propone, pero también para agradecérselo, también con las pequeñas incomodidades que supone en el día a día, los trabajos y cansancios, las pruebas fuertes que el Señor permite de tanto en tanto. Todo ello para aprender a vivir en la voluntad del Señor, ¡siempre somos aprendices!, y ser felices junto a Él, como nos insiste el salmo.

Estos días el Evangelio nos va preparando para la fiesta de Jesucristo Rey y Señor del Universo. Nos enseña a elevar el corazón hacia las realidades del Cielo, a esperarla y desearlas. A tomar las actitudes que nos permitirán estar preparados para el momento. El Señor nos advierte de que no podemos calcular los tiempos, sino que estos se nos echarán encima cuando menos lo esperemos. Pero eso no ha de hacernos temer. Por eso hemos abierto este espacio en nuestra vida. Para que él nos recuerde, nos enseñe a vivir, también con ese horizonte de eternidad que nos aguarda en que se acabarán los trabajos, los cansancios, las incomodidades, las pruebas. Sólo quedarán Él y el Padre. A ellos nos inclinamos ahora para adorarlos.

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