28 noviembre 2020, domingo I de Adviento (Ciclo B) – Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

¡Por fin! ¡Llegaron estos días! Debemos sentir emoción al comenzar este precioso tiempo litúrgico: Adviento. Más aún en las actuales circunstancias. Hemos vivido, y aún en parte lo seguimos haciendo, momentos muy duros por la pandemia. Situaciones que han probado nuestra fe y que han puesto de manifiesto nuestra fragilidad. Seguramente más de uno ha visto pasar de cerca la muerte, lo cual quizá nos ha permitido también reflexionar sobre las realidades eternas. Ahora nos introducimos en un tiempo de gracia… la Encarnación de Dios nos llena de esperanza y alegría. Vemos hecha realidad las palabras de Isaías en la primera lectura: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!”.

El tiempo de Adviento nos permite meditar sobre este Misterio inaudito, locura de amor, Dios se anonada y se hace igual a su criatura… meternos de lleno en esta realidad nos permite contemplar toda situación de sufrimiento con esperanza, incluso la pandemia… El Misterio de la Encarnación da sentido a todo, porque “Dios nos llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!”.

Vivamos con ilusión estas cuatro semanas previas a celebrar el nacimiento del Señor, que se note en nuestras casas, a través de símbolos visibles como la corona de adviento, el Belén y el árbol, sin olvidar los detalles de amor al prójimo, sobre todo con los que vivimos. Me parece que es la mejor forma de vigilar, como nos dice el Señor en el Evangelio. Quizá nos hemos quedado dormidos por todo lo vivido durante el confinamiento, es probable que hayamos perdido el entusiasmo… es momento de volver a empezar, un nuevo año ha comenzado, que nos llenemos de confianza y digamos con el salmista “Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve” y más adelante “Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre”. Pidámosle a la Virgen nos acompañe y guíe, y nos ponga con Jesús Niño.

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