8 noviembre 2020, domingo XXXII del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR! Cristo ha resucitado, está vivo y hoy celebramos que nos ha salvado. Feliz Domingo.

Comenzamos nuestra oración conscientes de nuestra pequeñez, pidiendo luz al Espíritu Santo, poniéndonos en las manos del Padre, pidiendo que nos llene de su amor al Hijo.

Hoy el Señor nos habla en las lecturas sobre la Esperanza. En la primera lectura nos habla sobre la Sabiduría. Y es que es de sabios esperar en el Señor, esperar en su promesa, esperar que Él nos transforme y nos haga santos. La lectura nos dice que la Sabiduría llega a aquellos que la buscan y la desean y quien la recibe se libra de preocupaciones. No se trata de una sabiduría de conocimiento sino una Sabiduría mucho más profunda, conocimiento de Dios y por lo tanto de uno mismo. Saberse amado y salvado por Dios nos hace mirar la vida con ojos de transcendencia y contando con Dios… ¿Qué puede salir mal?

El Salmo es una preciosidad, nos habla de la esperanza de encontrarnos un día con Dios cara a cara, es un grito a Dios: ¡tengo sed de ti! No hay nada comparable a tu amor, ¿cuándo podré estar contigo?

En la segunda lectura san Pablo, con tintes apocalípticos nos recuerda que estamos salvados que debemos mantener la esperanza en Dios

Por último, en el Evangelio, nos vuelve a recordar una vez más que el Señor no está esperando, que vendrá a nuestro encuentro. Nos invita a estar preparados para el encuentro y termina con dos frases muy duras: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Vamos a dejarnos conocer por Dios en este ratito de oración, contarle nuestros sueños e ilusiones, pedirle que nos ayude a confiar en Él. Vamos a hacernos muy amigos de Dios para que cuando nos le encontremos cara a cara nos llame por nuestro nombre y nos acoja en sus brazos.

María, madre de la esperanza, ruega por nosotros.

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