28 noviembre 2020, sábado de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Las lecturas de hoy son el pórtico al adviento que iniciaremos enseguida. Desde esta clave se entiende mejor la propuesta de S. Juan, con sus poderosas imágenes, el Salmo con una petición entrañable y las advertencias de Jesús en el evangelio.

En efecto, las imágenes del río con agua de vida brotando del trono de Dios que favorece el crecimiento de un árbol de vida, ¿Qué nos están sugiriendo? En mi caso las aplico a la Eucaristía que se nos regala y es fuente de vida. Porque a Jesús, físicamente no podremos contemplarlo hasta la eternidad. Sin embargo, la Eucaristía, siempre está entre nosotros. Y verán su rostroY ya no habrá más noche… porque el Señor Dios los iluminará. En este sacramento, vivido con frecuencia y cercanía, experimentamos cómo el Señor va aclarando nuestra mirada, primero sobre nuestro interior y luego sobre lo que nos rodea y acontece.

A esto que sabemos y hemos comprobado en alguna ocasión, nos anima S. Juan diciendo, “dichoso eres si guardas estas palabras”. Cierto. El Señor no se hará esperar, porque “mira, yo vengo pronto”.

Para responder a esa invitación, El Salmo 94, nos empuja a mantener una actitud de petición; “Ven, Señor Jesús”. A continuación, nos propone la alabanza, bendición y acción de gracias, porque somos conscientes de que en sus manos está toda la creación (y nosotros como hechura suya). Pero con la humildad suficiente para reconocer que toda alabanza se le debe y que nosotros como pueblo suyo, procuramos honrarle con actitud de respeto y confianza.

Sin duda que Jesús, en el evangelio de Lucas, nos refuerza con su autoridad tanto lo que Juan (Ap. 22,1-7), como el Salmo 94, nos vienen proponiendo. Y es que es ¡tan fácil dejarse arrastrar por preocupaciones, problemas y dificultades! Asimismo, a veces, damos cabida a compensaciones afectivas, lúdicas o de diferentes apetitos para justificar la rutina, dureza o pruebas de la vida. Es preciso, nos recomienda el Señor, pedir constantemente para escapar a todo esto y para mantenernos en pie haciendo su voluntad.

Santa María, contigo acudo a la fuente de la vida. Desde tu firmeza orante tomaré fuerzas para mantenerme firme en el servicio. Contigo (y con tus labios), que eres toda humildad, estaré repitiendo durante este adviento ¡Ven, Señor Jesús!

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