Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para llevar
a cabo con fruto este rato de oración. Dedícale este tiempo al Señor en la
soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino
e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Te invito a que en esta predisposición y con la ayuda del Espíritu Santo,
medites con calma la palabra de Dios que hoy nos ofrece la Iglesia. Las
lecturas de la Misa del hoy domingo nos hablan de trabajar por el Reino de Dios
y de no pactar con la mediocridad. ¿Qué queremos decir con el Reino de Dios?
Significa hacer lo que tenemos que hacer en cada momento, cumplir fielmente con
nuestro deber en el estudio, en el trabajo, con la familia, con los
necesitados; pero no con la mirada puesta en nosotros mismos como si todo lo
pusiésemos con nuestras fuerzas, sino con la mirada puesta en Dios,
porque Él es el principio y el final de nuestra existencia, y
todo debe ser por Él y para Él; porque Él lo permite y así lo
desea. Cuantas veces sucede que nos vemos sobrepasados, agobiados y cansados, y
en este estado pactamos con la mediocridad. Dios conoce nuestra capacidad y
está deseando que acudamos a Él en busca de consuelo y ayuda. Él nos
dice, venid a mí los cansados y agobiados y yo os aliviaré; porque mi
yugo es llevadero y mi carga ligera.
La mujer del Libro de los proverbios somos nosotros, la Iglesia, y el
marido es el Señor. Como dice la lectura, valemos más que las perlas para el
Señor y se fía de nosotros. ¡No lo dudes!, es palabra de Dios. En el Salmo,
podemos extraer la misma idea para continuar meditando en este mismo sentido.
Si seguimos de esta manera al Señor, todo nos irá bien, comeremos del fruto de
nuestro trabajo. Seremos fecundos y daremos vida a los demás “tus hijos, como
renuevos de olivo alrededor de tu mesa”.
En la Carta del Apóstol san Pablo a los tesalonicenses, el Apóstol nos
recuerda el primer punto de hoy: no pactar con la mediocridad, para que no nos
sorprenda la hora en la que no haya marcha atrás. Debemos estar trabajando por
el Reino, vigilantes y despejados; por una razón fundamental que es la
felicidad. Dichosos [felices] serán los que trabajan por el bien de los demás,
los que se entregan al hermano, los que aman al prójimo como a sí mismos. ¡Pon
tus habilidades y talentos en juego y al servicio de los demás!, así amarás de
verdad a tu prójimo y serás feliz, entrando al banquete de tu Señor. En cambio,
si te guardas egoístamente tus talentos y rechazas al hermano, serás mediocre,
holgazán, infeliz y te perderás grandes cosas.
Nunca es tarde para volver a empezar, olvidarte de ti mismo, y ser para
Dios y para los demás.
Estamos en plena Campaña de la Inmaculada. Todo lo que has meditado hoy con
estos puntos de oración es perfectamente aplicable a la Campaña y te puede
ayudar a prepararte para el día grande de nuestra Madre Inmaculada. Recuerda
las 4 semanas de la Campaña:
- Cultivo de la reflexión y de la constancia.
- Cumplimiento del deber.
- Reforma del carácter.
- Cultivo de la virtud de la paciencia
Le pedimos a la Virgen María que nos ayude a parecernos a ella y que nos
ayude en el seguimiento de Jesús.
Hoy es día 15 de noviembre celebramos a San Alberto Magno, patrón de los científicos. Le pedimos a Dios por ellos para que, iluminados por Él, encuentren pronto una solución a esta pandemia. Bendíceles, Señor por su vocación, en la búsqueda del conocimiento, e ilumínales para que te descubran en la belleza de todo lo creado.