En una común celebración se venera a
los ciento diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonkin,
Annam y Cochinchina, ocho de ellos obispos, otros muchos presbíteros, amén de
ingente número de fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los
cuales prefirieron el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los
extremos suplicios, antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana.
Esta memoria obligatoria de los ciento
diecisiete mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos
por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a
mártires que ya habían sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones
distintas: sesenta (64) y cuatro, en 1900, por León XIII; ocho (8), por Pío X,
en 1906; veinte (20), en 1909, por el mismo Pío X y veinticinco (25) por Pío
XII, en 1951.
No sólo son significativos el número en
la historia de las canonizaciones, sino también la calificación de los santos
(ocho obispos, cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad
(noventa y seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado
religioso (once dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de
París; otros del clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos
padres de familia, una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro
médicos, un sastre; además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades
cristianas).
Seis de ellos fueron martirizados en el
siglo XV, los demás, entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de
los tres señores que gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en
la nación de Vietnam.
En gran parte (setenta y cinco) fueron
decapitados; los restantes murieron estrangulados, quemados vivos,
descuartizados, o fallecieron en prisión a causa de las torturas, negándose a
pisotear la cruz de Cristo o a admitir la falsedad de su fe.
De estos ciento diecisiete mártires, la
fórmula de canonización ha puesto de relieve seis nombres particulares, en
representación de las distintas categorías eclesiales y de los diferentes
orígenes nacionales. El primero, del que encontramos una carta en el oficio de
lectura, es Andrés Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en
1795; fue catequista y después sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en
1900. Otros dos provienen del centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás
Tran-VanThien, nacido en 1820 y arrestado mientras iniciaba su
formación sacerdotal, fue asesinado a los dieciocho años en 1838; el otro
es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de familia,
muerto en 1859 (beatificado en 1909).
Entre los misioneros extranjeros son
mencionados dos españoles y un francés. El dominico español Jerónimo
Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829, vicario apostólico del
Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en 1909); el otro dominico, el
obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a Tonkín
en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en 1906).
El francés Jean-Théophane
Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, llegó a
Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años (beatificado en
1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las
misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.
Sed santos como el Padre celestial es
santo. (Mt. 5,48)
Esta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación. (1 Tes 4,3; Ef 1,4)
La aventura de la santidad comienza con
un «sí» a Dios. (san Juan Pablo II)
Oración final: Te pedimos, Señor, que tu Iglesia, por la mediación maternal de la Virgen María, anuncie a todas las gentes el Evangelio y llene el mundo entero de la efusión de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.