3 noviembre 2020, martes de la XXXI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Para hacer este rato de oración, tienes que aislarte lo más posible y concentrarte sólo en el Señor. Jesús ha deseado toda la noche estar este rato contigo y lleva varias horas esperándote; por eso haz un acto de puro amor de Dios y desde el principio dile que lo quieres, que estás deseando estar con Él y corta con todo lo que te pueda distraer.

La carta de San Pablo a los filipenses, que estamos leyendo estos días, tiene una carga de afectividad enorme: nos hace presente el amor de Dios y su humildad de tal forma que nos seduce. Jesucristo, siendo Dios, se despojó de su rango y se hizo hombre, pero no un hombre cualquiera, sino que se hizo esclavo por nosotros. Se despojó de su rango divino y se hizo hombre para servirnos.

Dios ha preparado un banquete especial y ha mandado a su hijo para ser el servidor de ese banquete. Jesús no duda en lavarnos los pies al entrar y rodearnos de toda su ternura. Pero muchos de los invitados hoy rechazan esa invitación y prefieren dedicarse a sus cosas.

Hoy es la fiesta de San Martín de Porres; uno de los primeros santos canonizados en América. Es un santo que se caracteriza por poner su vida al servicio de los más pobres. Dios te pide hoy lo mismo, te pide que pongas tu vida al servicio de los más pobres; hoy hay muchos pobres, pero quiero que caigas en la cuenta de que el más pobre es el que no sabe que es pobre. Cerca de ti tienes a muchos hermanos que son muy pobres, aunque tengan mucho dinero, porque no saben lo que les falta.

Tienes muchos amigos a tu lado que son ateos, no porque no crean en que Dios existe, sino porque piensan que Dios se ha olvidado de ellos: piensan que Dios tiene otras cosas que hacer que acordarse de mí, piensan que Dios se ha olvidado de él. Tu misión consiste en decirle que NO, que Dios no se ha olvidado de él, que ha venido al mundo especialmente para servirle. Esta es la misión apostólica que Jesús te encomienda en este día: tienes que recordar a los que te rodean que Dios existe y se acuerda de cada uno de ellos SIEMPRE.

Termino con la antífona del Evangelio: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados –dice el Señor-, y yo os aliviaré”. Si te sientes cansado acude a Jesús; pídela a la Virgen María que te presente a Jesús. Comprobaras que te quiere, que te reconoce, que te llama por tu nombre; que no se olvida de ti.

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