Espíritu Santo…, ven.
Santa María, intercede…
(Breve momento de silencio para entrar en la presencia de Dios, que
esperaba ardientemente este encuentro conmigo).
Suenan los cuartos, la Puerta del Sol aparece vacía este año, pero el año
termina, las campanadas están a punto de comenzar. Y finalizando un año, y
empezando el siguiente, es momento de hacer balance de la propia vida, y
recomenzar desde Ti, Señor.
Objetivo de la oración de hoy = tomar conciencia y vivir el momento
litúrgico en el que nos encontramos.
·
Pasado domingo (último domingo del año
litúrgico) = CRISTO REY: Cristo, alfa y omega de la historia, Eterno Señor de
todas las cosas.
o
Leamos y rumiemos la primera
lectura de hoy bajo esta clave.
o
El final de los tiempos no está lejos.
Ni el de la creación (miles de millones de años son un soplo que pasa en la
presencia de Dios) ni el nuestro personal (nuestra vida pasa veloz, pasa…, se
acerca el encuentro definitivo con el Señor).
o
Si acabamos este año con la sensación de
haber fracasado, de haber vivido dispersos o lejos del Señor, pasar por el
corazón el salmo.: El Señor nos hizo y somos suyos… Qué
bueno es saber que somos buenos bajo la mirada del Señor… Siendo mirados así,
es posible volver a recomenzar siempre. También hoy.
·
Próximo domingo (primer domingo del año
litúrgico) = inicio de ADVIENTO:
o
La venida del Salvador, el mío, el
nuestro, no el de los otros, el ajeno, el que viene sin yo necesitarlo… ¿Me
habla de mi vida la lectura del evangelio de hoy?
o
Entonces verán al Hijo del
hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder
esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Últimos minutos para alzar la cabeza: recoger lo que ha sucedido en esta
oración, qué me ha comunicado el Señor, cómo se me ha mostrado, o quizá dónde
me esperaba y yo le he evitado. Reconocer su acción, e identificar mi
respuesta.
Dar gracias porque el Salvador viene. Cristo Rey, nace frágil de nuevo en el pesebre de mi vida. No cansarse nunca de estar empezando siempre, es creer que Dios no deja nunca de venir de nuevo siempre.