20 febrero 2022, domingo de la 7ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

El evangelio de hoy nos presenta a un Jesús predicando la segunda parte de la versión de Lucas, del sermón de la montaña. El domingo pasado leímos las Bienaventuranzas, y Jesús nos enseñó que la pobreza era un camino para llegar al reino de Dios. Este domingo nos enseña el camino complementario: la misericordia. 

Las palabras de Jesús no son mandamientos concretos; describen la actitud de los que quieren entrar en el reino. Esta actitud consiste en tratar a los demás mejor de lo que se merecen. Podemos tratar a los demás peor de lo que se merecen, incluso como se merecen. Pero para entrar en el reino es necesario tratar a todos mejor de lo que se merecen. La primera lectura nos ofrece el ejemplo de David, que trató a Saúl, su perseguidor, mejor de lo que se merecía y no quiso quitarle la vida. 

Ser misericordiosos exige perdonar. Dios es misericordioso con nosotros y nos ha perdonado. Después de caer en pecado o previniendo nuestra caída, sabiendo que estamos hechos de la misma madera que el mayor pecador. No haber tropezado en nuestro camino solo significa que Dios se nos ha adelantado y ha quitado las piedras del camino por dónde íbamos a pasar.

Somos hijos de Dios y por lo tanto hay que parecerse a Dios, como los hijos se parecen a los padres. No podemos ser infinitos, sabios o poderosos como Dios. Pero sí debemos intentar ser misericordiosos como Dios. La misericordia de Dios tiene el nombre de ternura.

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