¡Nada más leerlo, me he estremecido por dentro!
Ponte en situación, Escuchas la voz del Señor que te dice: “Pídeme lo
que deseas que te dé”.
¿Qué dirías tú? Yo empezaría a dudar y dudar. No sabría que pedir. En
general, me cuesta mucho pedir.
Salomón lo tenía claro. Tenía el referente de su padre, quería servir a
su pueblo y sabe que es el amor el que lo mueve todo. Así que pide un corazón
atento…
En el Salmo nos lo repiten ¿Cómo podré andar honestamente? (…)
Buscándote de todo corazón…
¿Y qué pasa en el Evangelio? Jesús se lleva a los suyos en barca, a un
lugar desierto, para descansar un poco… Pero la gente le busca y los encuentra,
y Jesús se compadece y sólo puede amarlos.
“Pídeme lo que deseas que te de”, me dice. Dame, Señor, tu capacidad de
amar. A mis padres por ser ejemplo, a cada persona que me encuentro por el
camino por ser mis hermanos, a mí mismo porque soy hijo tuyo.
Dame la capacidad de amar a todos. Aún estando cansado, aún cuando no
comparta sus ideas, aún cuando no me apetezca.
“Mi alegría es el camino de tus preceptos (el amor) más que todas las
riquezas”.
Ayúdame Madre a querer a todos sin distinción. Como tú lo haces con nosotros.
