1 octubre 2015. Santa Teresa de Lisieaux – Puntos de oración

Comienza hoy el mes de octubre. En la piedad popular es el mes del Rosario, pues el 7 de octubre se celebra la Virgen del Rosario. Octubre es también el mes de las Misiones, pues el día 18 será el Domingo Mundial de las Misiones, para rezar y colaborar por y con los misioneros. El mes se inicia con la fiesta de la Patrona de las Misiones, santa Teresita del Niño Jesús. Es también adalid y protectora de la Cruzada-Milicia de Santa María, pues el P. Morales nos la dio por modelo e intercesora.
Con estas premisas iniciamos la oración, pidiendo a nuestra amiga del cielo que nos ayude a orar, ya que ella quería pasar su cielo haciendo el bien en la tierra. Ella misma nos va a hacer el comentario de la primera lectura del profeta Isaías, puesto que una de sus frases le inspiró el caminito de la infancia espiritual.
Santa Teresita deseaba ser santa, pero se veía demasiado pequeña comparada con los grandes santos. Ahora bien, creía que ese deseo lo ponía Dios en su corazón y era verdadero; por lo tanto, había que encontrar el camino: “quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo”. Entonces repara en un invento reciente, los ascensores, y se pregunta si no habrá un ascensor que le suba a la santidad, ya que “la ruda escalera de la perfección” es imposible de subir para su pequeñez. Dispuesta a encontrar una respuesta indaga en la palabra de Dios:
“Entonces busqué en los Libros Sagrados algún indicio del ascensor, objeto de mi deseo, y leí estas palabras salidas de la boca de Sabiduría eterna: “El que sea pequeñito, que venga a mí”(Pr 9,4). Y entonces fui, adivinando que había encontrado lo que buscaba. Y queriendo saber, Dios mío, lo que harías con el que pequeñito que responda a tu llamada, continué mi búsqueda, y he aquí lo que encontré: “Como una madre acaricia a su hijo, así os consolaré yo; os llevaré en mis brazos y sobre mis rodillas os meceré” (Is 66,12-13). Nunca palabras más tiernas ni más melodiosas alegraron mi alma ¡El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus brazos, Jesús! Y para eso, no necesito crecer; al contrario, tengo que seguir siendo pequeña, tengo que empequeñecerme más y más. Tú, Dios mío, has rebasado mi esperanza, y yo quiero cantar tus misericordias”.
Jesús nos dice en el evangelio de hoy que para ser grandes en el Reino de los cielos hay que hacerse muy pequeños, como niños. Santa Teresita nos propone este camino evangélico de la infancia espiritual para llegar a la santidad. Es un camino hecho de sencillez y humildad, pues supone no cansarse nunca de estar empezando siempre en la práctica de la virtud, confiando en la misericordia de Dios en medio de nuestras miserias con las que nunca pactamos.
Un ejemplo concreto: el rezo del Rosario. Después del testimonio de santa Teresita sobre sus dificultades para rezar bien esta oración, ya no tenemos excusa para poner manos a la obra en este mes del rosario:
“Rezar yo sola el rosario (me da vergüenza decirlo) me cuesta más que ponerme un instrumento de penitencia... ¡Sé que lo rezo tan mal! Por más que me esfuerzo por meditar los misterios del rosario, no consigo fijar la atención... Durante mucho tiempo viví desconsolada por esta falta de atención, que me extrañaba, pues amo tanto a la Santísima Virgen, que debería resultarme fácil rezar en su honor unas oraciones que tanto le agradan. Ahora me entristezco ya menos, pues pienso que, como la Reina de los cielos es mi Madre, ve mi buena voluntad y se conforma con ella… La Santísima Virgen me demuestra que no está disgustada conmigo. Nunca deja de protegerme en cuanto la invoco. Si me sobreviene una inquietud o me encuentro en un aprieto, me vuelvo rápidamente hacia ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las madres”.

Si nos hacemos niños gozaremos también de las caricias de María, Madre nuestra.

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