El haber
tenido un paréntesis en el verano del acompañamiento de los puntos de oración
no quiere decir que hayamos abandonado esta necesidad de todo cristiano.
Seguramente que para muchos ha sido un período de intensificación del contacto
con Dios. Disponer de más tiempo libre nos ha permitido dedicar espacios más
largos y cuidados a este alimento del alma.
Ahora
retomamos la andadura normal del curso y necesitamos una comunidad espiritual
que vele para que no descuidemos el trato amoroso con Dios cada día de nuestra
vida.
Para este día
San Pablo nos pone en guardia, en alerta interior. Nos dice que antes estábamos
también nosotros alejados de Dios, con una mentalidad que engendraba malas
acciones.
Ahora, por la
muerte de Cristo, Dios nos ha reconciliado para hacernos santos.
La condición
es que permanezcamos cimentados y estables en la fe.
Con estas
indicaciones del Apóstol tenemos materia más que abundante para esta
conversación con Dios en la intimidad del corazón.
Una vez
colocados en su presencia y suplicando la ayuda del Espíritu Santo, junto con
la compañía de María, pues es sábado dedicado especialmente a Ella, unas ideas
breves que nos centren y acompañen:
1. Dios ha tenido compasión de mí y me ha permitido vivir
en su cercanía a pesar de haber estado alejado, con una mentalidad discorde con
la del mismo Dios.
2. La muerte de Cristo ha roto esa barrera y me
reconcilia dándome la posibilidad de llegar a ser santo.
3. Como siempre, el Señor me pide algo imprescindible
para que se realice ese camino de santidad, permanecer estable y firme en la
fe.
Consideradas
estas cosas, entramos en un coloquio de amor en el que se dan la confianza, el
respeto, la petición, el agradecimiento… y todos aquellos sentimientos que el
espíritu haya suscitado en nuestro interior.
Como los
primeros discípulos de Jesús vamos espigando al hilo de la vida, según
caminamos para que nuestras fuerzas no se debiliten en el camino.
Acabamos
dando gracias y dispuestos a comunicad de distintas formas lo que Dios ha hecho
con cada uno en este rato de oración. Amén.