13 septiembre 2015. Domingo de la XXIV semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

Para no perder la buena costumbre de los Ejercicios Espirituales, rezamos al principio “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones estén puramente ordenadas  al servicio y Alabanza de Su Divina Majestad”.
Para nuestra oración de hoy podemos tener el buen sabor de boca del día que dejamos atrás, el Dulce Nombre de María; y tener como telón de fondo el día que viene mañana, la Exaltación de la Cruz. Para este día de mañana nos viene muy bien la primera lectura, uno de los cánticos del Siervo de Yahvé, del libro de Isaías.
En la primera lectura leemos el  Cántico del Siervo de Yahvé. Un amigo en proceso de conversión, medio agnóstico- medio creyente, está leyendo la Biblia, me comentaba como le había llamado la atención este pasaje: “sin duda, es que habla de Jesús”, decía. Y es cierto. Realiza ahora tú la composición de lugar, contempla la escena que se lleva a cabo cuando Jesús cumple esta profecía. Contempla a un Jesús humillado, escarnecido… Imagina, también, la manera actual en la que Jesús es humillado (daños al Santísimo Sacramento, maltrato a los pobres, quizás podemos pensar en los miles de refugiados a las puertas de Europa…). Y ahora consuela a Jesús. Todo un Dios que se deja consolar por mí y por ti. Dile que le quieres, que puede contar con tu hombro para descansar, con tus brazos para abrazar… Escucha a Jesús que te da las gracias, que con sus gestos te lo agradece… Escucha sus palabras enternecedoras que te pide un favor, que te pide ser partícipe de su vida misionera.
Para consolar a Jesús, que es el sentimiento que surge en nosotros tras la lectura del libro de Isaías, nos responde como hacerlo la segunda lectura: las obras, la fe y las obras. Es decir, la respuesta al Amor de Dios, dice la Iglesia, es la fe, la creencia, y esta fe se concreta en una conversión de vida, que a su vez se traduce en las obras, en mi vida cotidiana, en mis actos y palabras. Leía un estado de WhatsApp de un amigo: “habla de Dios solo cuando te lo pregunten, vive de tal manera que no puedan dejar de preguntarte por Él”: esta es la manera de resumir la reflexión de la segunda lectura. Y para reafirmar todo lo dicho anteriormente, Cristo nos dice muy claro que para llegar a Dios, al Cielo, hay que cargar con la Cruz. Sea cual sea la Cruz nuestra…
Para que nuestra oración no se convierta en algo temeroso y pesaroso, tras reflexionar en “lo que cuesta ser cristiano”, el salmo nos invita a confiar  en el Señor: léelo, saboréalo, y piensa en Cristo mientras lo leas, la confianza vendrá por sí sola. Te darán fuerzas también esas palabras que te invitan a renovar tu entrega a Cristo, a vivir la oración de hoy (vivir la oración, orar la vida): “Quien pierde su vida por mí, la encontrará”.
Degusta la oración. Culmina este “rato de Cielo” con un diálogo con la Virgen. Por intentar relacionarlo todo (Dulce Nombre de María, el día de ayer; Exaltación de la Cruz, mañana; temática de la oración de hoy), puedes tener este coloquio con la Virgen sobre la Cruz y la entrega a Cristo en los demás: ¿cuáles son tus miedos, tus preocupaciones, al hablar de la Cruz del cristiano? Coméntalo a la Virgen y escucha, ¿qué te responde?

Feliz domingo, día del Señor. Feliz oración con Él.

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