30 septiembre 2015. Miércoles de la XXVI semana de T.O. – San Jerónimo – Puntos de oración

En un día dedicado a la memoria de san Jerónimo, qué menos que dar gracias a Dios por la vida de este santo, que tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín (Vulgata). Nuestra oración se basa en la Palabra de Dios. Pues bien, el conocimiento de esa Palabra se la debemos en buena parte a la ofrenda de vida que hizo este hombre.
Las zorras tienen madriguera y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. Estas palabras del evangelio de hoy  parecen el comentario adecuado a los cuadros con que muchos pintores han representado a san Jerónimo.
Invocamos al Espíritu Santo, recordamos que siempre en nuestro rato diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san José  le pedimos por nuestra perseverancia.
Sujetemos nuestra imaginación, metiéndonos en una escena en la que Jesús de pie con su túnica blanca de una sola pieza, camina  con discípulos a su alrededor, en nuestra composición alguno de ellos podría ser uno de nosotros. El Maestro habla de que es lo esencial y que es lo accesorio, a la hora de tomar una decisión.
En el evangelio de hoy, Lucas va a agrupar tres diálogos distintos, con un hilo conductor común.  
Por el camino le dijo uno “Te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”Este hombre quiere seguir a Jesús, pero él lo previene: ¡Mira lo que vas a hacer! Ese al que tú quieres seguir no tiene hogar. La seguridad lícita que el hombre tiene en su casa y entre las cosas que le son familiares, él no la tiene. Él está de paso. Su forma de vida es la del que no tiene hogar. ¿Podrás tú aguantar eso? ¿Podrás tener la voluntad de Dios, como único refugio?
A otro dijo: “Sígueme” Él respondió: “Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos;  tú vete a anunciar el reino de Dios”. Aquí es el propio Jesús el que llama, el llamado le pide poder cumplir antes con el deber filial de enterrar a su padre. Jesús rechaza la súplica, en este caso.  A lo  que debe de estar “muerto”, ya pasado, no debe dedicarle ni siquiera el tiempo que supone volver para enterrar a su padre.
Al tercero le viene a decir que si se decide por el Reino de Dios, no vuelva a mirar para atrás.
¡Duras palabras son estas!. Aquí la voluntad de seguir al Señor se pone en conflicto con lo más noble del ser humano: Los vínculos que lo unen con su padre y su madre, su esposa y sus hijos, la seguridad de un hogar… No te está pidiendo que dejes el pecado. Te está pidiendo más, dejar las realidades más próximas, más nobles, más valiosas,  por su causa. 
Jesús exige radicalidad en el seguimiento, quiere disponibilidad para venderlo todo y comprar el campo donde se encuentra el tesoro escondido. Atendiendo a la realidad de nuestra naturaleza esto es imposible para un hombre, solo la gracia  sobrenatural hace posible este seguimiento.

Acabemos estas reflexiones con un coloquio con Jesús.  San Ignacio nos lo precisa: “el coloquio se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater noster”.

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