De la carta de san Pablo a Timoteo escogemos esta frase para nuestra
oración:
“Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio
de mí y me confió este ministerio.”
En este
texto tan rico san Pablo da gracias porque Jesús le hizo capaz, se fio y le confió
una misión.
Que oración
tan bonita dar gracias por los dones que Dios nos ha dado. A nosotros también
nos ha hecho capaces para la misión que nos da en la vida. Se ha fiado de
nosotros una y otra vez a pesar de nuestras miserias continuas. Nos ha confiado
una misión tan grande que no nos queda otro camino que pedir fuerzas a Dios.
Nosotros no podemos solos. Con Él todo lo podemos.
“Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.”
Hay que
bendecir al Señor y tenerle siempre presente. Él nos aconseja y nos instruye
internamente. Para no vacilar en nuestras decisiones salvadoras le necesitamos
tener presente a todas horas. Tenemos que dejar aconsejarnos e instruirnos por
Él.
La escucha
en silencio es lo que mantiene nuestro oído atento. Cuanto ruido oímos durante
todo el día. Necesitamos un rato de oración diaria que permita abrir nuestro
corazón a Dios. Si Dios nos está a mi derecha me pierdo en el sendero de la
vida, me salgo fácilmente de su voluntad y doy tumbos fuera del camino.
“Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar
la mota del ojo de tu hermano.”
Si andamos
centrados en Dios porque cuidamos dedicarle tiempo a Él nuestra vida será un
bastón que sostendrá a otros que vacilan en su camino. Veremos claro y de la
mano llevaremos a los que nos rodean a Dios. Seremos faros que iluminan
multitud de oscuridades.
Por lo
tanto demos gracias a Dios y bendigámosle. Sigamos el sendero de los justos.
Llevemos el Mensaje a cada corazón que nos acompaña en el día a día.