25 septiembre 2015. Viernes de la XXV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. Preparamos nuestra oración con esta estrofa del salmo 42, de la misa del día: “Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen y me conduzcan”. Nos invita a comenzar el día en la presencia del Señor y centrarnos en los fundamental, la voluntad de Dios. Nos ayudará también al final del día, en el examen de conciencia, para pedir y dar gracias, para revisar nuestras obras, ¿nos ha guiado y conducido la verdad? ¿hemos vivido en la luz del Señor?
2.  Tomamos el evangelio y nos sorprende el modo de orar de Jesús, no lo pases por alto: “orando solo en presencia de sus apóstoles”.  Me viene pensar en algo central en nuestro estilo de vida, contemplativos en la acción. En medio del ajetreo, en medio de otros, en medio del mundo… recogidos en el Señor, unidos a Él, con el corazón en Él. Pide esto al comienzo del día: permanecer en la intimidad de Dios y vivir así las acciones del día
Al volverse a los discípulos Jesús dialoga con los discípulos y pregunta ¿Quién dice al gente que soy yo?”.  Pasa de la oración a la misión, o mejor dicho, sin dejar la oración se adentra en la misión, en el conocimiento que los otros tienen de él.  Lo llevamos a nuestra vida y pedimos  que al salir hoy de la oración, nos convirtamos en misioneros que llevemos a otros a Jesús. En misioneros que interpelemos a otros, con nuestra vida, con nuestro hacer. Que nuestra propia vida sea una pregunta para otros que les lleve a Dios.
En la oración de hoy afronta la pregunta de Jesús sobre tu relación con Él. ¿Quién soy yo para ti? Que te suene nueva, sin que te acostumbres a ella. El Papa acaba de decir en la homilía en la canonización de Fray Junípero Serra en Washington que tenemos el problema en nuestra vida del “acostumbramiento”… “la dinámica de la vida a la que nos vemos conducidos se va convirtiendo en acostumbramiento, con una consecuencia letal, anestesiamos el corazón.  Por eso podemos preguntarnos ¿cómo hacer para que no se anestesie el corazón? “y responde el Papa,  saliendo a anunciar a Jesús,  involucrándonos en la misión.

3.  Por tanto, no desoigamos la pegunta  del evangelio de hoy por conocida que sea, y sintamos el deseo que tiene Jesús de que le conozcamos a Él, centremos nuestra vida en El, y le sigamos sin miedo. “siempre adelante” sin  miedo a seguir a Jesús por el camino de dolor y la cruz, que nos lleva a la gloria. “siempre adelante” como dijo el Papa en la homilía en Washington: “siempre adelante para que no se anestesie el corazón… siempre adelante, porque el hermano nos espera”.

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