1. Preparamos nuestra oración con esta
estrofa del salmo 42, de la misa del día: “Envía tu luz y tu verdad, que ellas
me guíen y me conduzcan”. Nos invita a comenzar el día en la presencia del
Señor y centrarnos en los fundamental, la voluntad de Dios. Nos ayudará también
al final del día, en el examen de conciencia, para pedir y dar gracias, para
revisar nuestras obras, ¿nos ha guiado y conducido la verdad? ¿hemos vivido en
la luz del Señor?
2. Tomamos el evangelio y nos sorprende
el modo de orar de Jesús, no lo pases por alto: “orando solo en presencia de
sus apóstoles”. Me viene pensar en algo central en nuestro estilo de
vida, contemplativos en la acción. En medio del ajetreo, en medio de otros, en
medio del mundo… recogidos en el Señor, unidos a Él, con el corazón en Él. Pide
esto al comienzo del día: permanecer en la intimidad de Dios y vivir así las
acciones del día
Al volverse a los discípulos Jesús
dialoga con los discípulos y pregunta ¿Quién dice al gente que soy yo?”.
Pasa de la oración a la misión, o mejor dicho, sin dejar la oración se adentra
en la misión, en el conocimiento que los otros tienen de él. Lo llevamos
a nuestra vida y pedimos que al salir hoy de la oración, nos convirtamos
en misioneros que llevemos a otros a Jesús. En misioneros que interpelemos a
otros, con nuestra vida, con nuestro hacer. Que nuestra propia vida sea una
pregunta para otros que les lleve a Dios.
En la oración de hoy afronta la
pregunta de Jesús sobre tu relación con Él. ¿Quién soy yo para ti? Que te suene
nueva, sin que te acostumbres a ella. El Papa acaba de decir en la homilía en
la canonización de Fray Junípero Serra en Washington que tenemos el problema en
nuestra vida del “acostumbramiento”… “la dinámica de la vida a la que nos vemos
conducidos se va convirtiendo en acostumbramiento, con una consecuencia letal,
anestesiamos el corazón. Por eso podemos preguntarnos ¿cómo hacer para
que no se anestesie el corazón? “y responde el Papa, saliendo a anunciar
a Jesús, involucrándonos en la misión.
3. Por tanto, no desoigamos la
pegunta del evangelio de hoy por conocida que sea, y sintamos el deseo
que tiene Jesús de que le conozcamos a Él, centremos nuestra vida en El, y le
sigamos sin miedo. “siempre adelante” sin miedo a seguir a Jesús por el
camino de dolor y la cruz, que nos lleva a la gloria. “siempre adelante” como
dijo el Papa en la homilía en Washington: “siempre adelante para que no se
anestesie el corazón… siempre adelante, porque el hermano nos espera”.