Al leer hoy el Evangelio que hoy nos
propone la liturgia he vuelto a recordar los Ejercicios Espirituales de este
verano. San Ignacio de Loyola en la segunda semana de Ejercicios nos propone,
para crecer en la oración, una petición que debemos de repetir a lo largo de
todo este día.
Pedir lo que quiero: “Conocimiento
interno del Señor que por mí se hace hombre, para más le ame y la siga”.
Pero antes de llegar esta petición
nos recuerda la importancia de ponerse en la presencia de Dios: “que
todas mi intenciones, acciones y operaciones sean ordenadas en servicio y
alabanza a su divina majestad” (46)
El evangelio es muy corto. Este es el
texto: “… Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en
pueblo, predicando el evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus
y enfermedades: María Magdalena. De la que habían salido siete demonios; Juana,
mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras que le ayudaban con sus
bienes”. (Lc 8, 1-3).
Jesús sale y recorre ciudades y
pueblos. No se queda en casa. La voluntad del Padre es que anuncie el reino de
Dios. En su persona se hace presente el reino de Dios. La señal de que el reino
de Dios está presente no es solamente la predicación. Esta va acompañada de
signos, cura de malos espíritus y enfermedades a algunas mujeres que le
acompañan.
También acompañan a Jesús en estas
correrías los Doce apóstoles. El Señor se pone en marcha y arrastra tras
sí a aquellos que ha elegido. Pero le acompañan porque cada día le van
conociendo un poco más, lo mismo que estas mujeres. Cuanto más le conocen, interiormente,
nos dice el evangelio, más le aman. Y cuanto más le aman… llegan a un proyecto
común. Seguirle para identificarse con Él. Esta es la meta de nuestra vida,
transformarnos en Él.
Este rato de oración es para
preguntarnos si realmente mi oración de cada día está orientada desde esta
clave:
¿Conozco cada día más a Jesús? ¿Es el
centro de mi vida?
¿Estoy dispuesto a seguirle en medio
de las pruebas y del gozo?
Que Santa María nos acompañe a lo
largo de todo este mes lleno de fiesta de la Virgen. Hace unos días
celebrábamos a la Virgen de los Dolores. María junto a la cruz de Jesús.
María, como Madre de Jesús le conoce, le ama y le sigue en toda su
plenitud. María ayúdanos
a seguir a Jesús cada día.