24 septiembre 2015. Jueves de la XXV semana de T.O. – Nª Sª de la Merced – Puntos de oración

Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.
SANTA MARÍA DE LA MERCED
Celebramos hoy la Fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes. Esta fiesta tiene su origen en el siglo XIII, en plena lucha de Cruzada y de reconquista contra los sarracenos en España. Como nos dice el P. Morales en el escrito de la semblanza de esta fiesta, ella misma quiso intervenir para librarnos de la violencia, con una consigna de liberación y combate: fundar una orden religiosa para redimir cautivos de los infieles. Se funda la Orden de la Merced. Sus miembros se comprometen con un cuarto voto: cambiarán sus vidas, si así se exige, por la vida de los cautivos. Su vida a cambio de otra.
Ofrecimiento en alegría por los demás. Esto nos recuerda también al mensaje de Fátima de hace casi 100 años: “¿queréis ofrecer vuestras vidas por la salvación de todas los pecadores? Esta pregunta, hoy más que nunca, en una sociedad cautiva del sexo, poder y dinero (a todos nos afecta) tiene más valor que nunca. Ofrecer nuestras vidas como sacrificio por los demás. ¿Cómo? Yo respondería una cosa: hacer lo que tenemos que hacer en cada momento. Esto que parece tan sencillo, conlleva un gran esfuerzo y sacrificio y es muy redentor y quizá sea la línea común de todo cristiano para santificar su vida y ofrecerla en rescate por todos, empezando por uno mismo.
Por otro lado, podemos traer a la oración la lectura del evangelio de hoy. Se nos presenta a Herodes, un poderoso, un asesino sin escrúpulos. Mandó eliminar a Juan, por seguir las pasiones bajas de su corazón. Juan el Bautista, el hombre más grande que existirá en la historia de la humanidad, después del mismo Cristo y la Virgen. Y, después de esto, al escuchar los milagros y buenas obras que realizaba Jesús, quería conocerlo, porque pensaba que era Juan, que había resucitado. Tenía una frívola curiosidad. A mí me parece que a lo sagrado hay que acercarse con devoción y reverencia, no con curiosidad. ¿Queremos conocer a Jesús? Pues pidámosle a la Virgen, en este día de su fiesta, que nos muestre a Jesús. Que nosotros nos acerquemos con amor y reverencia. Que nos libere de nuestras pasiones y egoísmos, que nos ayude a romper nuestras cadenas. Cierro con este texto del P. Morales en este día de fiesta:

“Alegrémonos todos los hijos de la Virgen. Viene a rescatar almas, a romper grilletes que me esclavizan. La primera y más necesitada es mi alma cautiva del egoísmo, padre de orgullo y pereza. Alegría al pronunciar este día el nombre de María”.

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