Como cada día empezamos poniéndonos
en presencia del Señor, serenando el cuerpo y el alma, dejando que nos inunde
su paz. Olvídate de todo lo demás y céntrate sólo en Jesús, en este rarito que
vas a estar con Él. Pide ayuda al Espíritu Santo para ser capaz de escuchar lo
que Dios te quiere Decir hoy…
Las lecturas de hoy son bonitas.
Quizá algo desesperanzadora la primera, pero con el Evangelio todo cobra
sentido. El hombre, siempre hambriento, se atrevió a comer del fruto prohibido
y experimentó cómo el mandato del creador no era autoritario sino paternal. No
debían comer de él porque Dios ya había puesto a su disposición todo lo que
necesitaban. La desobediencia no nos trajo libertad sino culpabilidad y
separación de Dios.
En el evangelio vemos como Dios “nuestro
refugio de generación en generación” sigue dándonos TODO lo que necesitamos. Su
palabra, que predicó hace 2000 años y que hoy llega a nosotros y alimenta
nuestro espíritu. Pero también el alimento para nuestro cuerpo, creado por Él
para toda la eternidad. Su providencia amorosa es nuestra seguridad, nuestra
esperanza. Renovemos hoy nuestra fe, nuestra confianza en Dios Padre que a
través de Jesús se acerca a nosotros y nos trae la paz que buscamos, nos acerca
al cielo. Escuchemos al Papa Francisco que nos llama a no perder nunca la
esperanza. Vivamos de fe, sabiendo que aunque muchas veces nos alejamos de
Dios, Él sigue saliendo al paso de nuestras necesidades.