20 febrero 2017. Lunes de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración preparatoria: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.
Como composición de lugar, después de leer la escena del evangelio de Marcos, os invito a contemplar el cuadro de Rafael sobre la Transfiguración y el milagro de la curación del niño endemoniado. http://www.epdlp.com/cuadro.php?id=1013
En nuestra oración la mirada se debe centrar siempre en Jesús: Él es el centro de nuestra vida. Eso mismo quiso representar Rafael Sanzio en 1520: todas las miradas o los gestos están dirigidos a Jesús y cuando no es así todo anda mal.
No os distraigáis mucho con el cuadro, si la lectura del evangelio os resulta suficiente. El cuadro es solo un medio para llegar al diálogo con Jesús, pero quizás merece la pena describir algún detalle. Fue la última obra de Rafael, que murió el viernes santo de 1520, dejando el cuadro sin terminar. Lo colocaron en la cabecera de su cama.
Algunos han comentado que Rafael quiso dividir el cuadro en dos escenas verticales: la escena inferior está llena de tensiones y claroscuros. Los nueve apóstoles que han quedado abajo del monte se muestran frustrados ante la imposibilidad de curar al niño endemoniado que se retuerce ante la mirada angustiosa y suplicante de sus padres. Están perdidos en las sombras de la duda, porque les falta la fe, en unos para obrar el milagro, en otros para creer. El mismo niño tiene una mirada extraviada, incapaz de mirar de frente a su Salvador.
En la escena superior, con colores luminosos, Cristo manifiesta el esplendor de su divinidad. Es el Hijo de Dios. Aquel del que hablaron la Ley (Moisés) y los Profetas (Elías). A los pies de Jesús, deslumbrados y desconcertados, están Pedro, Santiago y Juan.
La escena que nos cuenta el evangelio de hoy es el encuentro de Jesús con el dolor y el sufrimiento del mundo. Solamente Él es el salvador. Solamente cuando Jesús entra en nuestra vida es cuando se produce la salvación.
¿Por qué los apóstoles no han sido capaces de curar al niño? Marcos da dos respuestas que pone en labios de Jesús. Primero, porque no han tenido fe. Es lo que manifiesta le expresión airada de Jesús cuando el padre del niño le cuenta que sus discípulos no han podido curarle: “¡Generación incrédula!” Segundo, porque no lo han pedido de verdad y de corazón, porque no han suplicado el milagro a Dios. Es lo que dice Jesús cuando sus discípulos le preguntan porque ellos no han podido expulsar al demonio y curar al niño: “Esta especie solo puede salir con oración”.
En la escena de la Transfiguración narrada por Marcos nos dice que en el monte se oyó la voz del Padre que decía: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”.
Esta es la voluntad de Dios que se me revela hoy, y que atraviesa toda mi vida: Dios Padre me pide que escuche a Jesús, que día a día medite y viva su Evangelio. Y hoy el Evangelio da una respuesta clara a lo que debo hacer ante cualquier sufrimiento humano: creer en Jesús, confiar en su fuerza salvadora y rezar, suplicar para que nos llegue su gracia.

Podemos terminar la oración al estilo de María, pasando por el corazón los sufrimientos que conocemos de los que nos rodean y suplicando al Señor que alivie ese dolor.  Y si nos falta fe, hagamos nuestra la oración del padre del niño endemoniado: “Creo, Señor, pero ayuda a mi falta de fe”.

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