Me pongo en la presencia de Jesús.
Tengo presente la campaña
de Manos Unidas cuyo lema es: “EL
MUNDO NO NECESITA MÁS COMIDA, NECESITA MÁS GENTE COMPROMETIDA”
Me quedo solo: he dejado todo para
estar con Jesús unos momentos.
Medito la lectura, de la creación:
¿Cómo sería ese inicio? ¿Cómo es el amor? Como dice San Agustín, ama y haz lo que quieras.
Cuando dos personas realmente se aman, con mirarse se entienden.
Nos dice el salmo: Dichosos los que temen al Señor y
siguen sus caminos.
Vernos como hijos de Dios alrededor
de su mesa. Como le rogaría esa madre a Jesús. Él no pasa desapercibido y
consigue echar el demonio de la niña. La mujer sentiría un gozo inmenso.
Así, nosotros hemos encontrado la
gracia de la fe y de vivir con Jesús.
Me contaba una persona el otro día: Mi madre me decía con frecuencia que
el demonio me seguía; ella creía que me tentaba y ahora que vivo más cerca de
Dios, pienso que mi madre tenía razón. Ahora no le tengo miedo al demonio
porque Dios vive en mí y me da fuerza por medio de los sacramentos.
Le abro mi corazón y trato de meditar
la lectura.
Es en la resurrección de Jesús donde
descubrimos lo que Dios ha pensado desde toda la eternidad para su creación.
Máximo, el confesor, un teólogo del siglo VII, lo expresaba a modo de reflexión
del mismo Dios: “Cuando el
Padre vio a Cristo resucitado se dijo: He aquí lo que quise realizar desde el
principio del mundo”.
Estamos llamados a ser como una
tesela del gran mosaico de la resurrección de Cristo. No olvides que eres
creado para ello. Dios tiene un lugar para ti. Tu origen es su deseo de que
participes en este cuerpo de amor de Cristo. Recuérdalo de cuando en cuando en
tu oración: has sido creado para formar parte del cuerpo resucitado de Cristo.
Si te ayuda, lee esa anécdota que
contó el Papa Francisco:
Malmö, 31 Oct. 16 – Marguerite Barankitse es
el nombre de una refugiada de Burundi que vive actualmente en Rwanda adonde
llegó huyendo de la persecución en su país. En el encuentro ecuménico en el
Malmo Arena en Suecia, esta madre cristiana pidió a los presentes compartir su
“locura” del amor por los más vulnerables, lo que generó la alegría del Papa
Francisco.