21/2/2017, Martes de la VII semana del Tiempo Ordinario – San Pedro Damián

Lectura del libro del Eclesiástico (2, 1-13)
Hijo, si te acerques a servir al Señor, permanece firme en la justicia y en el temor y prepárate para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te separes para que al final seas enaltecido. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo y sé paciente en la adversidad y en la humillación. Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación. Confía en Dios y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él. Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia y no os desviéis, no sea que caigáis. Los que teméis al Señor, confiad en él, y no sé retrasará vuestra recompensa. Los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo eterno y misericordia. Los que teméis al Señor, amadlo, y vuestros corazones se llenarán de luz. Fijaos en las generaciones antiguas y ved: ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?, o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?, o ¿quién lo invocó y fue desatendido? Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia, protege a aquellos que lo buscan sinceramente.
Salmo responsorial (Sal 36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40)
R. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.
Confía en el Señor y haz el bien, habitarás tu tierra y reposarás en ella;
sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. 
R.
El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. 
R.
Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá. 
R.
El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 30-37)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

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