La mies es mucha, los obreros pocos,
rogad al Dueño de la mies (Lc 10, 1)
Acabamos de celebrar la fiesta de
Lourdes, la jornada del ayuno voluntario, el día del enfermo y parece que
nuestro corazón husmea la cercanía de la
Cuaresma. Y con ella el tiempo fuerte para
preparar la Pascua, A mí me
parece que Lourdes representa en Cuaresma como la Inmaculada en el Adviento, un alto en el camino,
una parada, un respirar para contemplar a nuestra Madre, tomar fuerzas,
llenarnos de vida y amor y caminar, como Ella, gozosa, rauda y generosa, a
servir.
Hoy los grandes almacenes tienen a
todos en vilo para regalar por San Valentín. ¡Viva el amor! Nadie como Cristo
amó y enseñó a amar. Por si fuera poco nos dejó su undécimo mandamiento o el
testamento: “Amaos como Yo os amé, os amor y amaré”.
La lección del Evangelio es clara. El
trabajo es inmenso, como dicen en Perú: hay “chamba” (trabajo) para dar y
tomar. Y en el campo apostólico mucho más. Basta con pensar en los miles de
millones que no conocen a Cristo, los millones que lo conocen como una figura
histórica, casi exótica… ¡Cuántos llevamos su nombre y todavía no estamos
dispuestos a dejarnos la piel por Él!
¿Queremos ser apóstoles? ¿Incendiar
el mundo con el amor de Cristo? Él nos da la lección. Nada de recetas de marketing,
estrategias. Todo está en abandonarse, dejarse hacer, anonadarse y dejar que Él
(Jesús) haga su obra. Os comparto este bello texto de Carlos de Foucauld: “Aprender
a esperar es lo más necesario
de la vida, lo más difícil; y cuando lo que está en juego es la evangelización,
entonces, ese saber esperar se hace imprescindible… Sí, nuestro anonadamiento
es el medio más poderoso que tenemos para unirnos a Jesús y hacer el bien a las
almas”.
ROGAD, ROGAD, AL DUEÑO DE LA MIES, A CRISTO, NUESTRO DIOS Y
SEÑOR.
Que la oración de este día sea para
decirle: Jesús, Tú lo sabes todo, sabes que te quiero y que como nadie TÚ
QUIERES A TU MIES. ¡Manda obreros, pues, a tu mies! O, si prefieres, como
María: ¡Jesús, no tienen vino ni viñadores!