28/2/2017, Martes de la octava semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (35, 1-15)
Quien observa la ley multiplica las ofrendas, quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión. Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina, quien da limosna ofrece sacrificio de alabanza. Apartarse del mal es complacer al Señor, un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia. No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues esto es lo que prescriben los mandamientos. La ofrenda del justo enriquece el altar, y su perfume sube hasta el Altísimo. El sacrificio del justo es aceptable, su memorial no se olvidará. Glorifica al Señor con generosidad y no escatimes las primicias de tus manos. Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre y paga los diezmos de buena gana. Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con generosidad, según tus posibilidades. Porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más. No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificios injustos. Porque el Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas
Salmo responsorial (Sal 49, 5-6. 7-8. 14 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. 
R.
«Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti;
yo, soy Dios, tu Dios -. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.» 
R.
«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. » 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 28-31)

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

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