26 febrero 2017. Domingo VIII del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

Sereno mi alma, recupero mi cuerpo, lo hago presente para entrar en Su Presencia. Tomo conciencia de mi respiración, no permanezco ajeno a mí mismo.
Hoy, como cada día, el Señor “ardientemente esperaba el encuentro personal conmigo”. ¿Y yo? ¿Anhelo un encuentro personal Contigo, Señor, o vengo cargado de agobios y preocupaciones? Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Hoy es domingo, día del Señor. Estamos en el momento de intimidad, de diálogo personal con el Señor en medio de su día. Intentemos estar disponibles para este encuentro.
La lectura del Evangelio habla de la imposibilidad de servir a dos dioses: a Dios y al dinero. ¡Pobre de aquel que está en las filas de los sirvientes del dinero! Un señor muy celoso y que paga siempre mal, nunca satisface.
Pero el Evangelio también habla del agobio. Podemos releer el Evangelio despacio e ir contrastándome con él. ¿Cuáles son, Señor, las fuentes de agobio en mi vida, que me llevan a buscar la seguridad fácil del dinero, el poder, la influencia, la apariencia…? Cuando entro en esa dinámica, es cierto, no hay sitio para Ti. Por tanto, dejar de servir al dinero pasa por descubrir qué ámbitos (incluso los aparentemente buenos) me llevan a vivir desde el afán de seguridades humanas, en vez desde la confianza audaz en Ti.
Hablar de todo esto con el Señor largamente, de corazón a Corazón.
¿Qué respuesta nos da la Palabra De Dios? Meditemos el resto de las lecturas, lentamente, dejando que calen en nuestras entrañas, pidiendo la gracia de experimentar y edificar nuestra vida sobre Su fidelidad.

Y preguntarle: “¿Señor, qué mandas hacer de mí?”

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