El ciego de Betsaida
En algún rato de oración, un amigo
comentó este evangelio así.
El ciego no hizo mucho, son los
discípulos los que le llevan a Jesús. Solo tiene que fiarse un poco cuando, sin
decirle por qué, se le lleva fuera del pueblo ¿A dónde le llevará? Allí le
cura.
Mi amigo decía: a mí me ha pasado lo
mismo. Los ciegos tienen su mundo, viven en él y se relacionan con los demás.
En definitiva, están identificados con ese mundo y están contentos. Ahora llega
Jesús y le saca a otro mundo, el mundo de los que vemos, que es mejor. Conmigo
ha hecho lo mismo. Yo vivía en mi mundo: lunes trabajar (el trabajo normal y
las horas extras en otro sitio); martes a trabajar, miércoles a trabajar…; todo
el sábado, solo extras y todo el domingo, solo extras. Y el lunes de nuevo a
repetir el ciclo. Ahí estaba y estaba a gusto. Ese era mi mundo, el del ciego.
Ahora al contacto con el grupo de Colaboradores, Jesús, me ha sacado de este
circuito ruin.
Cuando llegué al grupo, mi vida ha
ido cambiando poco a poco. Ahora no me pierdo una reunión y además dedico
tiempo a mis hijos y juego con ellos. Disfruto a mi familia. Dedico menos horas
a los trabajos extras y lo que es mejor, mi economía está igual. He pasado a un
mundo mejor.
Muchos, o todos nosotros, podemos
decir lo mismo de nuestra vida. Unidos a Jesús podemos dar un repaso a nuestra
vida. La felicidad de estar con Dios, de intentar ser bueno. En algún momento
estábamos en el mundo de los ciegos y Jesús, por su misericordia…
Pero no estoy totalmente libre de mi
egoísmo, necesito seguir cambiando. Te puedes acercar a Jesús tú mismo o de
manos de tu ángel o de María y pedirle el milagro: Dame más visión. Todavía veo
a los hombres como árboles… y a partir de aquí te construyes el diálogo como
desees. En el milagro, no le cura a la primera, sino poco a poco. Así es como
suele pasar en nuestra vida.
Todavía nos queda otro planteamiento
del rato de oración precioso. Siéntate frente a Jesús y le pides que te cuente
Él mismo el milagro, como lo hizo y por qué. Si lo hizo es para que tú y yo
aprendiéramos y nos fiáramos.
Santa María, ruega por nosotros.