En este día, 11 de junio se celebra a
san Bernabé, apóstol, compañero de san Pablo en su primer viaje. La figura de
este evangelizador, a la luz de la Palabra de Dios, nos va a ayudar a orar en
este día de nuestra Campaña de la Visitación. Vemos en él un modelo a imitar y
un intercesor para alcanzar ese olvido de nosotros mismos para llevar a Cristo
a los demás. La oración de la Misa nos ayuda a conocerle y a comenzar ya
orando:
“Oh Dios, Tú que mandaste que san
Bernabé, lleno de fe y de Espíritu Santo, fuera escogido para la conversión de
las naciones; concédenos que el evangelio de Cristo, que predicó con valentía,
sea fielmente anunciado de palabra y de obra. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.”
El primer rasgo que aparece en el libro
de los Hechos sobre Bernabé es su desprendimiento, porque se nos narra en el
capítulo 4 que vendió un campo que tenía y entregó lo que obtuvo para que los
Apóstoles lo distribuyeran a los necesitados de la comunidad cristiana. Se
preparaba así para la misión, pues en la lectura de hoy se nos cuenta cómo fue
enviado a Antioquía, donde se propagaba la fe en Jesucristo. Se cumplen en él
las palabras del Señor en el discurso apostólico: “Gratis habéis recibido, dad
gratis. No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre…”. San Bernabé comenzó
dando de sus cosas, de lo que tenía, para finalmente, entregarse a sí mismo y
consagrar su mismo ser a la evangelización.
En su apostolado destacan dos cosas:
primero que buscó la colaboración de san Pablo, que entonces estaba en Tarso. A
san Bernabé debemos que san Pablo se integrara en la misión de la Iglesia y
juntos realizaron el primer viaje apostólico por Asia menor. Nos enseña a
trabajar en comunión con otros y a saber descubrir los dones apostólicos que
hay ocultos en los demás, aunque estos puedan superarnos. San Bernabé es grande
por haber descubierto al Apóstol y luego haber pasado a un segundo plano. Con
frecuencia nuestra grandeza no está tanto en lo que hacemos nosotros, sino en saber
acompañar y alentar a otros en los que Dios realiza sus obras grandes.
El segundo gran rasgo de su apostolado
es que fue instrumento escogido por el Espíritu con san Pablo para anunciar el
evangelio a los gentiles. “Predicó con valentía” el evangelio de Jesucristo a
las naciones, a los pueblos paganos. Con palabras y con obras, como relatan sus
aventuras apostólicas en Chipre, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe…
Se cumplen en ellos las palabras del evangelio: “curad enfermos… arrojad
demonios”; hasta el punto de que piensan que Bernabé es Zeus y Pablo, Hermes,
por haber curado a un tullido. Todo esto en medio de persecuciones,
expulsiones, apedreamientos… por Cristo.
Hoy que el Papa Francisco nos llama a
una conversión misionera, pidamos a san Bernabé que nos alcance esta gracia. Es
un magnífico ejemplo para nuestra Campaña de la Visitación: desprendimiento,
generosidad, docilidad al Espíritu, humildad, comunión apostólica, afán
misionero…
Hacemos nuestro el consejo que Pablo y
Bernabé daban a los discípulos que habían abrazado la fe, al visitar de nuevo
las comunidades por ellos fundadas:
"A su paso animaban a los
discípulos y los invitaban a perseverar en la fe; les decían: Es necesario que
pasemos por muchas pruebas para entrar en el Reino de
Dios" (Hch 14,22).