17 junio 2018. Domingo XI del Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración


Mientras preparo los puntos, millones de personas se están preparando para ver el partido de España frente a Portugal. Han dedicado tiempo a comprar las cervezas, los pinchos… todo un ritual para disfrutar del acontecimiento. Algunos hasta se han puesto la camiseta y tienen cerca la vuvuzela preparada para celebrar los goles. Y yo estaba considerando si ante el acontecimiento de los acontecimientos, el encuentro con el Señor, nos preparamos de la misma manera, mucho más cuando ese encuentro es ante Jesús eucaristía.
Qué pequeño se hace el Señor, es el misterio de los misterios. En un trocito de pan, escondido y muchas veces hasta abandonado en muchos sagrarios.
Ahora que empieza la campaña de marchas, me llegan tantos recuerdos de Abe, de hacerse pequeñito, y con la primera lectura saboreo que eso es lo que a Dios le gusta:
Así, todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor,
humillo los árboles altos
y elevo los árboles pequeños;
que seco los árboles lozanos
y hago florecer los árboles secos.
Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”.
Quién iba a pensar que después del destierro, el resto de Israel va a ser quien continúe el plan de salvación.
Y nosotros también desde nuestra pequeñez, conscientes de nuestra misión, una misión a la que hemos sido enviados, confiamos en Él.
El evangelio lo hemos meditado muchas veces, la semilla de mostaza, cuando germina produce un árbol gigantesco, que alberga todo tipo de aves. Este verano es el tiempo que nos concede el Señor para hacer germinar todos esos dones que nos ha concedido. La campaña de marchas y campamentos es la tierra buena con la que el Señor nos abona para nutrirnos y hacer brotar lo mejor de nosotros, para hacernos crecer y poder dar sustento y fundamentar tantas capacidades que en el desarrollaremos.
 Pero la semilla que crece es el reino de Dios. Y la semilla que ha sido plantada en nuestros corazones es el mismo Cristo. Cristo es el verdadero reino, Cristo es el que tiene que crecer en nosotros, el que ha de llegar a los otros, el que tiene que ser cuidado y llevado a plenitud.
Campaña de marchas y campamentos para forjar humanidades que puedan acoger plenamente a Cristo y dar fruto abundante.

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